domingo, 25 de abril de 2010

INTRODUCCIÓN


2010 en Oaxaca. La ultraderecha y los reformistas contra la APPO

Escrito por David Venegas Reyes


Cuando hace algunos meses la tierra insurrecta de Oaxaca padeció la sorpresiva y simultánea visita de algunos de los representantes mas tenebrosos de la clase política del país, Carlos Salinas de Gortari, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Cesar Nava Vásquez, la mayoría de los oaxaqueños y oaxaqueñas no alcanzamos a identificar en este hecho de aparente resonancia local, algún hecho político que debiera tener repercusiones nacionales entre la clase política, menos aún que esta visita de tantos políticos fuera el preludio de un embate de amplias dimensiones de toda la clase política contra el movimiento independiente y revolucionario que se viene construyendo y profundizando en Oaxaca.

En ese momento, la reacción de los oaxaqueños y oaxaqueñas pobres y trabajadores por la “visita de los meros chingones” eran mayoritariamente de impavidez e ira por la presencia retadora de Peña Nieto el asesino de San Salvador de Atenco, Salinas de Gortari el peor vende patrias de nuestra historia moderna y de César Nava Vásquez, el recientemente ungido presidente nacional del PAN, la ultraderecha en el poder que nos envío a la PFP a reprimir brutalmente en 2006. En el caso del expriista y malabarista político AMLO quien lo mismo manda al diablo a unas instituciones del estado pero defiende con vehemencia a las corruptas instituciones electorales y sus partidos políticos, hubo entre la población algunas pocas reacciones honestas y espontáneas de alegría por su presencia, otras –la mayoría- no tan honestas y menos espontáneas y el desprecio e indiferencia de la mayoría de nuestros pueblos.

Sin embargo, la mayoría no percibimos que la llegada a Oaxaca de estos representantes, dirigentes o candidatos permanentes de los principales partidos políticos del país marcaba el inicio de la disputa de la clase política por el poder a nivel nacional. Más aún, no sabíamos que la ultradecha fascista del PAN y la izquierda reformista, oportunista y traicionera del PRD habían elegido a nuestra tierra regada con la sangre de nuestros 26 compañeros y compañeras asesinados en 2006 por la dupla PRI-PAN como un laboratorio para ensayar sus alianzas y concertacesiones para enfrentar al PRI en la elección gubernamental en 2010 y presidencial del 2012 y de paso destruir a uno de los movimientos sociales independientes que mas esperanzas ha logrado sembrar entre el pueblo pobre y trabajador que es la APPO , ahora lo sabemos.

El debate de poca monta que diputados federales del PRI, PAN Y PRD protagonizaron sorpresivamente hace días en una sesión de la cámara de diputados federal, el cual fue ampliamente reseñado por la prensa local y en menor medida por la prensa nacional sobre el tema de la alianza que el PAN y el PRD han pactado en Oaxaca para las elecciones que supuestamente se llevaran a cabo en 2010 –año de la Revolución-, donde se habrá de elegir a un nuevo gobernador que sustituya al asesino Ulises Ruiz, nos da pistas para entender lo que la clase política planea sobre nuestros destinos. La defensa “radical” del PAN y en menor medida del PRD de la honestidad de su alianza electoral en Oaxaca con argumentos tan vanos como cínicos, esgrimidos por un diputado del PAN –junto con el PRI represores de Atenco y Oaxaca- que decía querer rescatar a Oaxaca del peor autoritarismo y del dolor que les produce nuestro estado y el ataque del PRI a esta alianza acusando de prostitucion política -valga la redundancia- al PAN y al PRD.

Hasta ahí esta disputa no habría despertado mayor interés que el que merece, pues la derrota electoral que todos los partidos políticos tuvieron ante el PRI en las elecciones del 5 de julio pasados en Oaxaca y el alto grado de abstencionismo y de anulación del voto que se observó, demostraron contundentemente que ninguno de ellos nos representa, ni los que ganaron ni los que perdieron, así que cualquier alianza entre estos partidos u otros solo incluye a sus militantes y la poca gente que aun pueden engañar. Hasta ahí su alianza nos merece todo el respeto.

Porque en Oaxaca, la derrota electoral que el PRD, PT y Convergencia pero sobre todo López Obrador y Gabino Cue –amigo del represor de Loxicha: Diodoro Carrasco- recibieron ante el PRI el 5 de Julio en las elecciones a diputados federales, tiene un significado diferente al del resto del país y no lo explica solo el tan cacareado discurso de la prensa de que la abstención es un síntoma de un inactivismo o reflujo de la participación social, mucho menos de que el PRI ha logrado reconciliarse con la sociedad.


Aquí el 5 de Julio de 2009 necesariamente tiene que verse y entenderse desde la distancia del 2 de julio de 2006 cuando el movimiento de la APPO convoco a un voto de castigo contra el PRI y el PAN, como una forma mas de lucha de la APPO que buscaba demostrar a todo el país y el mundo el repudio popular masivo de los oaxaqueños y oaxaqueñas –los que tienen credencial de votar- contra los gobiernos federal Panista y estatal priista que nos reprimían. Esta estrategia del voto de castigo tuvo tal éxito que le dio el triunfo por amplia mayoría por primera vez en la historia a la coalición PRD- PT –Convergencia. Con 9 de los 11 diputados federales y los 2 senadores de mayoría por Oaxaca ganados por estos partidos. Sin embargo, en una clara muestra de su miopía, soberbia e ingratitud estos partidos atribuyeron al “efecto AMLO”, el triunfo electoral en 2006.


En las elecciones del 5 de Julio pasado a pesar de que el “efecto AMLO” se vino a vivir a Oaxaca por cuatro meses –los meses previos a la elección federal- y anduvo de aquí para allá con Gabino Cue visitando –dicen- los 418 municipios por usos y costumbres que hay en el estado, haciendo campaña por sus candidatos a diputados federales y a tomarse fotos para la prensa con los dirigentes de algunas de las organizaciones sociales y lideres mediáticos mas reformistas y oportunistas que participaron en el movimiento social de la APPO. A pesar de que se concentro en Oaxaca la estrategia electoral de la izquierda reformista y oportunista que representa AMLO para confundir al pueblo insurrecto de Oaxaca, no lograron que nuestros pueblos se volcaran a la participación electoral como en el año 2006.

Ante esta derrota electoral del PRD, PT y Convergencia ante el PRI el 5 de julio estos partidos han aprendido la lección, ninguno de ellos tiene oportunidades de ganar el poder sin el empuje del movimiento popular de la APPO y la Sección 22. Y como este movimiento ha decidido desde el 2006 y ratificado en dos congresos estatales el carácter independiente y revolucionario de su lucha y su independencia total de todos los partidos políticos, la clase política ha recurrido a los oportunistas de siempre que agazapados al interior del movimiento popular solo esperan la oportunidad para utilizar al movimiento como trampolín para alcanzar el poder para crear la falsa idea de que la APPO ha decidido participar en el proceso electoral. Un traidor puede más que mil valientes reza el catecismo de los traidores.

Esto queda claro cuando de manera simultánea a la disputa de palacio que sostienen los diputados federales del PRI, PAN y PRD sobre la alianza que estos dos últimos han concertado en Oaxaca, al mismo tiempo el nimio presidente estatal del PAN en Oaxaca declara en la prensa local que invita a la APPO a integrarse a una alianza electoral con el PRD y el PAN. De manera inmediata los personajes más oscuros y oportunistas que se insertaron en la APPO en 2006 como Flavio Sosa –el que le levantó la mano a Fox y después se arrepintió y pidió perdón- y Zenen Bravo –el diputado plurinominal del Partido Comunista de México Marxista-Leninista-Estalinista y del Frente Popular Revolucionario PCM ML-FPR- entre otros oportunistas de poca monta y menor memoria, declaran abiertamente en las primeras planas de la prensa burguesa que reciben con alegría este ofrecimiento panista y se muestran entusiastas en la participación de la APPO en esa alianza electoral. La enorme difusión de sus palabras en la prensa burguesa que sólo odio y mentiras ha vertido en contra del movimiento popular de la APPO y el magisterio oaxaqueño debería ser motivo suficiente para entender a que amos sirven estos personajes.

En contra de los principios que desde el 2006 hemos enarbolado y que han sido ratificados en dos congresos estatales de la APPO -la independencia con los partidos políticos y la lucha por un cambio revolucionario en Oaxaca- Flavio y Zenen y sus partidos –PRD y PCM ML-FPR- hacen una vez más el papel histórico de ariete de la derecha para destruir al movimiento popular independiente en Oaxaca y México. El tan cacareado discurso de la búsqueda de unidad que los camaleones han sostenido los últimos 3 años ante el movimiento popular y magisterial queda demostrado que no es mas que el veneno de la demagogia que tan bien escupen sus lenguas de políticos. No pueden querer unidad de manera honesta los mismos que públicamente violan los principios fundamentales del movimiento que mantienen la unidad. La única unidad que los estalinistas y reformistas entienden y desean es el sometimiento de los demás a sus órdenes. Esta es la interpretación pervertida de la hegemonía que hacen los estalinistas.

A diferencia de las coyunturas electorales pasadas de 2007 y 2009 donde las organizaciones reformistas que orbitan alrededor del movimiento trataron de convencer a la APPO de la participación electoral y fueron derrotadas en el debate, ahora la estrategia no es convencer sino vencer. Con estas declaraciones en la prensa, ampliamente difundidas en la prensa burguesa local y nacional han realizado un golpe de mano que pretenden provoque una grado de confusión tan grande que el movimiento de la APPO sea totalmente dividido y entregados sus despojos a sus apetitos de poder de siempre. Este es el preludio de lo que trataran de hacer las mismas fuerzas reformistas y traidoras al interior de la Sección 22 del magisterio oaxaqueño.

Pero la alianza electoral no es lo único ni lo más importante que persiguen estas fuerzas oscuras de la política. Las fuerzas mas oscuras de la ultraderecha –PAN-, con la izquierda tradicionalmente traidora – PRD- y las fueras reformistas y traidoras agazapadas al interior del movimiento popular -Partido Comunista de México Marxista-Leninista-Estalinista y del Frente Popular Revolucionario PCM ML-FPR- han establecido una alianza no solo electoral sino un alianza política de largo plazo con la cual pretenden dos objetivos: El inmediato es imponer al movimiento popular de la APPO la participación electoral en 2010, pero el objetivo mas importante es destruir al único movimiento popular independiente que en Oaxaca es un obstáculo insalvable para sus apetitos de poder.

En Oaxaca esta echada a andar la cargada de la ultra derecha y la izquierda institucional y dogmática para aplastar al movimiento independiente que maravillo al México de abajo en 2006, a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.

No pudieron meter a la APPO al circo electoral porque el movimiento social, en su segundo congreso estatal realizado en febrero de 2009 ratifico su carácter independiente y autónomo de los partidos políticos y su voluntad de buscar un cambio radical y profundo de nuestra sociedad pero no por la vía electoral y los partidos políticos sino por la movilización civil masiva y pacifica que con su fuerza logre tirar al mal gobierno de oligarcas y construir un nuevo orden social. Atendiendo a este llamado, muchos pueblos y hombres y mujeres activistas por todo el estado se han estado organizando de manera autónoma e independiente, siguiendo los principios de la APPO pero sobre todo siguiendo los impulsos revolucionarios y dignos de sus corazones lastimados por la injusticia, la mentira y la muerte de este sistema capitalista que nos explota y asesina y alentados por la alegría que da tener esperanza de un mundo mejor.

Desde el 2006 muchos pueblos indios por todo el estado se han levantado para oponerse al despojo capitalista de sus tierras, aguas, territorios, que las grandes corporaciones transnacionales que dominan al mundo intentan contra ellos. Muchos barrios y colonias de la ciudad se han levantado exigiendo el respeto a su espacio de vivir, la comunalidad y el territorio recuperado en las barricadas del 2006. Muchos jóvenes se han levantado en contra de la discriminación y la violencia cotidianas que el mal gobierno les tiene reservada en venganza por ser jóvenes, pero estos han desarrollado maneras autónomas, autogestivas y libertarias de organizarse, comunicarse, vivir y resistir. Muchas maestras y maestros de la sección 22 se han involucrado en las luchas de resistencia de las comunidades donde trabajan recuperando el carácter revolucionario del magisterio, perdido hace tiempo por las manipulaciones de grupos y corrientes al interior del movimiento democrático de los trabajadores de la educación. El magisterio de la sección 22 ha rechazado con firmeza las imposiciones y reformas neoliberales más importantes que los gobiernos imponen en todo el país para privatizar la educación.

Ante esta revolución de conciencia, ante redignificación de nuestros pueblos, ante esta efervescencia autoorganzativa, ante esta lenta pero firme reorganización de las fuerzas del movimiento social, ante esta aún incipiente pero segura voluntad revolucionaria de nuestros pueblos; gobiernos emanados del PRI, PAN, PRD, PT y Convergencia a lo largo y ancho de la geografía de todo Oaxaca y México, han servido de gendarmes armados y violentos que cuidan los intereses de las grandes corporaciones transnacionales para obligar a los pueblos de nuestra patria a entregar sus tierras y riquezas a la voracidad capitalista.

En medio de la peor crisis económica y estructural que vive el capitalismo mundial, este sistema económico enemigo de la vida, trata de prolongar su nefasta existencia por medio del descubrimiento y despojo imperialista de nuevos territorios del planeta tierra ricos en recursos. La explotación indiscriminada de los recursos naturales de la tierra, el subsuelo, el agua, el aire, la biodiversidad, la cultura y la genética es fundamental para alimentar la hoy agotada maquinaria de producción de riquezas capitalista, mediante el despojo de las riquezas de todos aquellos territorios y pueblos que hasta ahora no habían sido alcanzados por su ambición y su desprecio total por la vida. Principalmente los territorios comunales y ejidales de los pueblos originarios de Oaxaca son motivo de apetito de la voracidad capitalista.

Ante el altar del demonio del dinero, tanto la derecha como la supuesta izquierda de todos los partidos políticos, entregan como tributo la tierra, la sangre y la esperanza del pueblo pobre y trabajador que los llevo al poder.

Siguen en nuestra memoria y nuestro corazón: SICARTSA 2006 del PRD y del PAN, Atenco 2006 del PRI, PAN y PRD, Oaxaca 2006, 2007, 2008 Y 2009 del PRI, PAN, PRD, Ayotzinapa 2007 del PRD y del PAN, Morelos 2008 del PAN ¿Por qué habríamos de creerles?

Ante este embate frontal y decidido de la ultraderecha y la izquierda institucional y autoritaria contra el movimiento independiente de la APPO , es muy importante seguir defendiendo el carácter independiente de nuestro movimiento pero no sólo eso. No es suficiente con llamar a la abstención o la anulación del voto como respuesta digna y conciente de la farsa que significan los procesos electorales, los candidatos y los partidos políticos, como ha sido estrategia de los diferentes personas, grupos, organizaciones y pueblos del movimiento en las pasadas coyunturas electorales. Hoy ya quedo claro que no nos representan y que desconfiamos profundamente de todos ellos. Ya sabemos que todo ellos de manera indistinta sirven al gran capital nacional y transnacional que nos explota. No es suficiente con solo voltear la cabeza ante el proceso electoral que esta por venir porque es seguro que nuestros pueblos no la voltearan indiferentes. Los pueblos de Oaxaca en 2010 esperan con ansia y animo beligerante la salida del gobierno del asesino Ulises Ruiz, esta coyuntura abre una posibilidad muy grande para que el movimiento realice acciones contundentes de oposición al proceso electoral que a la vez provoquen el acercamiento y fortaleciendo de la unidad de las fuerzas independientes del movimiento y la profundización del camino revolucionario de la APPO. Pero esta coyuntura también le abre posibilidades al reformismo y a los partidos políticos para maquillarse el rostro y prometer la tan anhelada justicia a nuestros pueblos. Hay la posibilidad de que ante la incapacidad y la división del movimiento popular independiente de ofrecer alternativas organizativas y de lucha en este candente 2010, estos partidos políticos y candidatos logren llenar este espacio con su demagogia de siempre. La alternancia en el poder prometen, pero nosotros un cambio en la vida queremos. Nuestro dolor, nuestra sed de justicia, nuestra esperanza, nuestra hambre, no pueden ser escalones para el ascenso al poder de estos mercenarios de la esperanza.

Los pueblos indígenas que luchan hasta sus ultimas consecuencias por la defensa de sus territorios en contra del despojo de las trasnacionales, los maestros y maestras de la sección 22 que luchan frontalmente contra las propuestas privatizadoras reformistas de la educación, los jóvenes y las jóvenes que en la ciudad luchan por la creación de espacios autónomos de resistencia semillas de una sociedad mejor, los indígenas urbanos de las colonias de la ciudad que desde el 2006 han redignificado sus espacios de vivir y tratan de recuperar la comunalidad como forma originaria de organización de la vida cotidiana, son las verdaderas fuerzas que dan movimiento a nuestra sociedad y al proceso de cambio que ha empezado en Oaxaca. Sí, el 2010 será el año de la elección o la chispa de la revolución de todas y todos depende.



Voces Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad VOCAL-APPO


Oaxaca de Magón, Ciudad de la Resistencia a 25 de Septiembre de 2010

ELECCIONES 2010 EN OAXACA: UN LABORATORIO DE LO QUE SUCEDERÁ A NIVEL NACIONAL



 

RESOLUTIVOS DEL CONSEJO DE LA APPO AL PUEBLO DE MÉXICO Y EL MUNDO

A LA ASAMBLEA ESTATAL DE LA SECCIÓN XXII:

AL PUEBLO DE MÉXICO Y A LOS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS DEL CAMPO, LA CIUDAD Y EL MAR DE MÉXICO Y EL MUNDO

El día de ayer 23 de abril de 2010 se realizó en el auditorio Enedíno Jiménez una reunión del Consejo Estatal de la APPO en la que se discutieron varios puntos entre ellos: la Convención Estatal Democrática acordada por la sección XXII en su 2º Congreso Político, en la que la APPO como movimiento popular organizado no puede permanecer ajeno o solo sumarse de manera mecánica, la Convención es tema que también le compete. Se consideró también que es necesaria la reorganización de la APPO en el marco de sus principios de independencia de los partidos políticos para luchar por las exigencias políticas de los pueblos de Oaxaca.

Producto de una ardua discusión se acordó lo siguiente:

1.- APPO ratifica el acuerdo de exigencia de de cárcel y castigo a URO, la cual no es negociable ni renunciable.

2.- El Consejo estatal de la APPO a partir de la farsa electoral actual, ratifica el respeto a los principios de la APPO y la vigencia de la declaración política del 2º Congreso Estatal ordinario de la APPO.

3.- La APPO continúa con su exigencia de juicio político a URO y se solidariza con otros esfuerzos que comparten esta demanda.

4.- EL CEAPO determina que la APPO participe en la Convención Estatal Democrática por tratarse de un ámbito que compete a ella por lo que propone a esta Asamblea Estatal de la sección XXII que sea con el carácter de co-convocante con la sección XXII.

5.- Que la realización de la Convención Estatal Democrática se realice se realice con apego a los principios de independencia partidista, autonomía, anticapitalismo y antiimperialismo de la APPO.

6.- Que en la Convención Estatal Democrática se discuta la conformación de una plataforma política del poder popular para derrocar al Estado.

7.- Se propone realizar una declaración política pública derivada de la Convención Estatal Democrática APPO-sección XXII.

8.- Que el CEAPO sesione de manera ex profesa el 7 de mayo a las 9:00 hrs. En el Auditorio Enedíno Jiménez, para discutir la agenda política de trabajo de la próxima asamblea estatal de la APPO.

9.- Que la Comisión jurídica de la APPO atienda los casos de abusos cometidos por los inspectores municipales a los comerciantes de la APPO.

10. Que el CEAPO participe en la realización de la Caravana del Municipio Autónomo de San Juan Copala que partirá de Huajuápan de León a dicho Municipio el día 27 de abril. Que con el objetivo de reforzar la solidaridad a este Municipio Autónomo se solicite a la Asamblea estatal del Magisterio el acompañamiento del CES y de una representación de ese sector de la región de la Mixteca.

11.- El CEAPO acuerda dar todo el respaldo político en la realización de las actividades emprendidas a favor de la demanda laboral de reinstalación como trabajadoras de base de gobierno del Estado de las compañeras Luz Adriana Toro Rodríguez y María de los Ángeles Bautista.

12. Que la Comisión Política del CES, secretaría de Alianza y gestoría social, y la Comisión de organización del CEAPO coadyuven en la solución de la exigencia de las demandas de los pueblos en conflicto contra los abusos de la oligarquía local y nacional siempre y cuando estos se encuentren organizados y movilizados.

13.- La APPO declara: que las exigencias de justicia para el pueblo de Oaxaca que dieron origen al movimiento del 2006, siguen siendo vigentes, por ello a través de la movilización, juicio político y cárcel buscará derrocar a URO.

TAREAS

- Se ratifica el acompañamiento y realización por parte de la APPO de la Campaña por Justicia y Castigo a los responsables del asesinato de Lorenzo san Pablo Cervantes.

- Que la APPO convoque a los intelectuales, a los estudiantes, y que se solicite a la Asamblea Estatal del Magisterio del día 24 de abril, que se nombre un compañero de base por representación y CES de la XXII para que participen en la realización de la Caravana al Municipio Autónomo de San Juan Copala.

PRONUNCIAMIENTOS

- Por la liberación inmediata de Francisco Jiménez Pablo integrante del MOCRI, preso en Nayarit.

- Por la liberación inmediata de Lorenzo pedraz del Frente de Unidad Popular.

- Por la libertad de Abraham Ramírez Vásquez.

- Por que se dé un espacio a los activistas políticos de los diferentes esfuerzos de la APPO en relación a los presos, caídos, desaparecidos, asesinados, reprimidos que quieran hacer una denuncia durante la realización de los eventos políticos y deportivos en celebración del 30 aniversario de la CNTE.

- Se hace un llamado fraterno a los compañeros del CES de la sección XXII para no dificultar el trabajo de denuncia de los diferentes familiares de los agraviados políticos por parte del Estado.

PLAN DE ACCIÓN

1.- Participar en el Mitin en apoyo a Haití en el Consulado de E.U., el día 1º de mayo a las 16:00 hrs.

2.- Participar en la movilización del 1º de mayo (día Internacional del Trabajo) con la sección 22.

3.- Participación del CEAPO en la Caravana al Municipio Autónomo de San Juan Copala el día 27 de abril.

4.- Respaldo a la marcha caminata de juicio político a URO que realizará el FOSDI del 3 al 15 de mayo al D.F.

Consideramos necesario que conozcan estos acuerdos y tareas para que tengan la posibilidad de vislumbrar lo que se está haciendo al interior de la APPO, para que con base en un análisis concienzudo se impulsen las propuestas vertidas y juntos construyamos el camino revolucionario; dignos compañeros de lucha.

FRATERNALMENTE



CONSEJALES DE LA APPO POR EL FRENTE MAGISTERIAL INDEPENDIENTE NACIONAL, GRUPO MARXISTA REVOLUCIONARIO Y VOCES OAXAQUEÑÁS CONSTRUYENDO AUTONOMIA Y LIBERTAD.



Oaxaca, Ciudad de la Resistencia a 24 de abril de 2010.

III. ¿Qué significa pactar con la ultradercha?


III

¿Qué significa pactar con la ultraderecha?

Aceptar en la coalición electoral al partido de la ultraderecha, teniendo como candidato a quién fue Secretario de Gobernación durante el periodo de Diodoro Carrasco y fue cómplice de la masacre contra los Loxichas en 1996. Carrasco, Murat y Ulises Ruiz se han peleado la gubernatura a través de sus operadores políticos por décadas, el único poder capaz de arrojarlos al basurero de la historia es el poder del pueblo organizado contra los represores de siempre. No es nuevo que entre estos tres funestos personajes se intercambien los mismos miembros cercanos y colaboradores, pues la disputa entre José Murat (padre político de Ulises Ruiz) y Diódoro Carrazco (padre político de Gabino Cué) fue a partir de que ambos se disputaron la candidatura por el Estado de Oaxaca, desde entonces operan a través de sus hijos putativos. Es claro que para ellos son carreritas orgiásticas para comprobar quién puede servir mejor a los caciques, pero el principal afectado es el pueblo, que sufre las masacres, la represión.

A esta ecuación se le viene sumando el proyecto hidroeléctrico “Paso de la reyna” que tiene el empresariado y que ha echado a andar desde los comités directivos de la Comisión Federal de Electricidad* este proyecto de una represa en vías de desalojar a todas las comunidades donde se pretende instalar un complejo maquilador. Esto tiene sentido, pues el programa industrializador comenzó desde Tehuacán Puebla, como muchos sabemos, las represas en la zona de Tehuacán, han despojado del vital líquido a las comunidades que toman el agua del río para sembrar sus campos vivos, sin embargo, a partir de la entrada de las hidroeléctricas, nadie, absolutamente nadie ha garantizado el abasto de agua para los pueblos originarios, más bien lo que reciben son aguas contaminadas que provienen de las maquiladoras que chupan el agua, aguas negras de las industrias que son descargadas en los ríos, destruyendo la cultura, la vegetación, envenenando a todos los seres vivos: plantas, animales y a los humanos mismos, no es raro ver en la zona a las comunidades indígenas lavando la ropa propia con el agua negra tóxica del Río. A cambio, el gobierno de Fox ha entregado el río Cutzamala y Pánuco a los capitalistas privados, ¡quienes nos venden nuestra propia agua!.

En esto consiste el plan puebla – panamá: criminalizar a los inmigrantes, destruir e interrumpir los sistemas pluviales de Puebla, Chiapas, Guerrero (la Parota), Oaxaca con el paso de la Reyna, donde por añadidura se construirán maquiladoras, carreteras que “comuniquen” a Oaxaca con Veracruz, destruir el Itsmo de Tehuantepec, establecer un ferrocarril y continuar la militarización y la paramilitarización, proyecto del gobierno panista, priísta y perredista (¿escuchaste bien Marcelo?).
Pactar con la ultraderecha significa anular la lucha de clases, la lucha de los oprimidos contra nuestros opresores, significa en Oaxaca, violar y pisotear los principios fundamentales del primer y segundo congreso de la APPO, significa aceptar el régimen represivo y asesino del capital contra los pueblos, significa aceptar la militarización y paramilitarización en Oaxaca, significa no entender nada de la lucha de clases, ¡¡significa no haber aprendido nada en 2006!!, ¡¡hasta el mismo AMLO tiene más claridad al respecto!!

EL PRD PUTREFACTO

En el año 2006, algunos marxistas llamamos a defender la candidatura de Andres Manuel López Obrador, pero la realidad que es más necia que cualquier posición en el movimiento social se encargó de demostrar que quienes componen el PRD avanzaban las posiciones derechistas y capitalistas, si bien obrador ofrecía respetar a los sindicatos y hacer valer los acuerdos de San Andrés, el grueso del partido que ganaba gobernaturas en los estados no tardó mucho en reconocer el “triunfo” de Felipe Calderón, el ascenso al poder de la ultraderecha significó el avance de un periodo de reacción brutal, en este ambiente se hizo necesario llamar a romper con los traidores y los tibios como AMLO, lo que no significa romper con la clase obrera aglutinada en torno al Movimiento en Defensa de la Economía Popular y todo el movimiento que AMLO acaudilla, sino por el contrario, forjar una organización que dé una alternativa revolucionaria controlada por verdaderos luchadores sociales.
Para entonces luchamos con todas nuestras fuerzas para denunciar las vacilaciones y la política traidora de los que reconocieron a FECAL, pero sobre todo de los represores Juan Sabines, del empresario Zeferino Torreblanca, quién dio continuidad al proyecto del Plan Puebla Panamá planteado por la burguesía en voz de Ernesto Zedillo Ponce de León, la política represiva de Lázaro Cárdenas Batel contra los mineros de Sicartsa, el asesinato de simpatizantes del zapatismo en Chiapas, la represión contra el pueblo de San Salvador Atenco con el apoyo de la policía municipal y bajo la complicidad del gobierno perredista.
En el aquí y en el ahora los marxistas no han sido capaces de consolidarse dentro del movimiento obradorista para desarrollar sus fuerzas, no así, el pueblo organizado en torno a este movimiento ha dicho ¡Fuera traidores!, ¡Fuera el PRD nacional!, ¡Viva el pueblo de México!, este ambiente es sintomático, hasta el punto que el mismo AMLO ha tenido que reconocer que la vía pacífica puede estar cancelada antes de que llegue el 2012, para entonces deberemos entender, no sólo hasta entonces, sino desde ahora que AMLO no está dispuesto a romper con el capitalismo, que no está de acuerdo con que Televisa, T.V. Azteca, y los grandes monopolios de la comunicación sean expropiados por el pueblo, sino que “sean democratizados”**, hay que contradecir aquí al “gobierno” legítimo, ¡LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DEBEN SER EXPROPIADOS Y PUESTOS BAJO CONTROL DEL PUEBLO! .

¿Quién es el señor López?: Otro abogado democrático de la burguesía, como vemos, él no habla de expropiaciones, sino de democratización, esto es una fantasía malévola, pues cuando AMLO habla de democratizar, habla de que Televisa le abra el paso a él y a su equipo de abogados democráticos del capitalismo. Para el pueblo raso, para el trabajador común y corriente, es imposible tener voz en estos monopolios, por ello se crean las radios libres, pues todo aquel o aquella que intente salir en T.V., debe contar de entrada con cerca de 100 millones de pesos por cada 30 segundos para alcanzar el derecho a transmitir información, por ello la única vía de la “democratización” es la expropiación bajo el control del pueblo, ¡que no nos venga con cuentos engañabobos! ¿o qué, ya le ofrecieron chamba en Televisa o T.V. Azteca?

“La Cuarta Internacional desecha a los magos, charlatanes y profesores de moral. En una sociedad basada en la explotación, la moral suprema es la de la revolución socialista. Buenos son los métodos que elevan la conciencia de clase de los obreros, la confianza en sus fuerzas y su espíritu de sacrificio en la lucha. Inadmisibles son los métodos que inspiran el miedo y la docilidad de los oprimidos contra los opresores, que ahogan el espíritu de rebeldía y de protesta, o que reemplazan la voluntad de las masas por la de los jefes, la persuasión por la coacción y el análisis de la realidad por la demagogia y la falsificación. He aquí por qué la social democracia, que ha prostituido el marxismo tanto como el stalinismo, antítesis del bolchevismo, son los enemigos mortales de la revolución proletaria y de la moral de la misma.” L. Trotsky, El programa de transición*

Aquellos sujetos que no viven como la gente, como el obrero industrial, del campo, como indígena o como obrero del mar, no son capaces de entender una sola pizca de la política obrera, sólo la retoman para deformarla, transgredirla y ponerla al servicio de la burguesía, es decir, traicionarla, envilecerla y despojarla de su filo revolucionario para que el pueblo organizado sea inofensivo para los burgueses, esa es la triste y dura realidad. También aquí podemos encontrar la degeneración de los sindicatos obreros, de los partidos políticos que no se rigen bajo una política revolucionaria, quienes no se ponen a la altura del proletariado; todo esto por la simple razón de que piensan como viven: como burgueses, con su salario de más de 300 mil pesos, con sus viajes, con sus drogas, con su fuero, ¡NO NOS REPRESENTAN!, lo que si representan es la parte más putrefacta, decadente y esclerótica de la escoria social, piensan, legislan como burgueses para los burgueses en un estado… burgués.

* Los mismos comités directivos que se roban el dinero de la CFE, que no permiten que se le de el mantenimiento adecuado a las represas existentes provocando desbordes y la muerte de miles de personas, los mismos comités directivos que promueven y reconocen la entrada de la iniciativa privada a la zona del Istmo de Tehuantepec, y ahora a Luz y Fuerza del Centro.

¿Cuál es la cristalización de la táctica entreguista?

Hoy por hoy el PCM-FPR es incapaz de asumir y reconocer sus errores, el pueblo oaxaqueño los repudia por traidores; eso no lo decimos nosotros, pregúnteselo usted mism@ a los oaxaqueños que los conocen, de las comunidades, de las colonias combativas, pregúntele a quién participó y participa activamente en la APPO y la reivindica con todas sus letras, consecuencias y tradiciones revolucionarias, a quienes nos mantenemos firmes sin doblegarnos ante la derecha y la ultraderecha, recientemente nos dicen los traidores que nosotros hacemos el trabajo sucio del PRI, pero ante esto nosotros respondemos que no nos mezclaremos con la escoria social que representa el PAN y su coalición frente populista que por antonomasia mezcla el agua con el aceite, que concilia y no sólo pacta con el enemigo, ¡Sino se une a él!. Con estas acciones, todos aquellos quienes dicen apoyar a Gabino Cue, no sólo le hacen el trabajo sucio al PRI, sino también a la ULTRADERECHA, más adelante se explicará que significa aceptar la coalición electoral.

¿CUÁL ES LA ALTERNATIVA?

La segunda expropiación del petróleo, la electricidad, y de todos los medios de producción (donde se incluye la maquinaria que todos trabajamos), específicamente los grandes monopolios privados que ostentan unos cuantos, son tareas de la presente revolución mexicana que se encuentra en fase preparatoria; esto transformara el régimen de grandes propiedades en manos de unos cuantos (que no gastarán el capital acumulado en toda su perra vida) hacia el régimen de propiedad social, con mayor claridad hay que decirlo, socialista.

La Asamblea Nacional de Resistencia Popular debe desarrollarse en todo el país e instaurar el poder proletario pugnando por la revolución internacional, pues mientras tengamos arriba al vecino abusivo (el gobierno de los Estados Unidos y un puñado de elementos reaccionarios), la revolución mexicana corre un grave peligro de invasión, por ello, el deber de los obreros de base del SME (y de los que integramos la ANRP) reside en convocar a una huelga general de corte internacional que reivindique los derechos de nuestra clase, que luche con todos los medios necesarios y por haber para lograr arrebatar la maquinaria, el control político y los medios de producción a quienes nos controlan y oprimen, es decir: impulsar constantemente y en todo momento, una política de expropiaciones a nivel mundial, para esto será necesario tumbar los gobiernos burgueses que sea necesario tumbar para instaurar el poder obrero, ya lo hemos dicho en muchas ocasiones: ¡O SON ELLOS, O SOMOS NOSOTROS!, en eso consiste la dictadura del proletariado que se encargará, no sólo de tumbar gobiernos, sino de garantizar un futuro pleno y digno para las nueva generaciones que vienen.


Continuará...

 

II. ¿Qué falló en la APPO?

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II
¿Qué falló en la APPO?

Recurrentemente se nos hace esta pregunta: ¿Qué falló en la APPO?, ¿Hicieron falta barricadas?, ¿Faltaron más negociaciones?, ¿ A caso nos portamos “muy mal” y fuimos muy duros con el gobierno?.

La respuesta correcta puede ser sólo en sentido negativo (¡NO!). Los reformistas como Flavio Sosa y compañía (El PCM -FPR) no desperdiciaron una sola ocasión para decirnos que el movimiento iba muy a prisa, esto en el caso de Sosa, o en determinado momento haciendo llamados a contenerlo para impedir su desarrollo, como es el caso de la “tregua de los 100 días” cuando ante la ofensiva frontal del estado ellos se desvivían haciendo llamados desesperados a la negociación.

En efecto, para quienes no tienen una concepción revolucionaria, y mucho menos conocen principios revolucionarios, es fácil aprovechar la sangre de nuestros muertos es una oportunidad de oro par sentarse a negociar con el gobierno y recibir a cambio algunas diputaciones como premio de consolación; pero para el pueblo raso (la gran mayoría),  esto no basta, sino es innecesario y sale sobrando. Incluso, donde la concepción del marxismo revolucionario, esto es inconcebible. De manera hipócrita y totalmente desafortunada, el PCM (así llamado también “marxista” “leninista”) proclama en su V Congreso (30 aniversario) que “el PCM lucha por la dictadura del proletariado”, basta revisar la obra de Lenin quién desde El Estado y la revolución se encargó de explicar precisamente el carácter de clase del Estado, sobre la necesidad de una lucha irreconciliable contra la burguesía, pues ya lo ha dicho más precisamente el movimiento del SME: “o son ellos, o somos nosotros”, pero ello no sólo aplica a los obreros del SME, sino a todos los que participamos activamente en la Asamblea Nacional de Resistencia Popular, aplica especialmente para toda la clase trabajadora, el estudiantado y los desempleados de este país: o son los patrones, el gobierno y el empresariado, o somos nosotros, el pueblo.

¿Frente Popular o dictadura del proletariado?

La política de la dictadura del proletariado no tiene espacio para una supuesta “revocación del mandato” de Calderón, ese es un  hecho que debemos forzar con la energía en acción del pueblo mexicano, del proletariado nacional e internacional, con la fuerza de los sindicatos de todos los países bajo principios clasistas de expropiar a los expropiadores, a quienes saquean la mayor parte de nuestro salario, a quienes exprimen nuestra fuerza de trabajo y nos dan a cambio unas cuantas migajas, un salario de hambre.

En primer lugar, Engels dice en el comienzo mismo de este pasaje que, al tomar el Poder del Estado, el proletaria do "destruye, con ello mismo, el Estado como tal". "No es uso" pararse a pensar qué significa esto. Lo corriente es ignorarlo en absoluto o considerarlo algo así como una "debilidad hegeliana" de Engels. En realidad, en estas palabras se expresa concisamente la experiencia de una de las más grandes revoluciones proletarias, la experiencia de la Comuna de París de 1871, de la cual hablaremos detalladamente en su lugar. En realidad, Engels habla aquí de la "destrucción" del Estado de la burguesía por la revolución proletaria, mientras que las palabras relativas a la extinción del Estado se refieren a los restos del Estado proletario después de la revolución socialista.

El Estado burgués no se "extingue", según Engels, sino que "e s d e s t r u i d o " por el proletariado en la revolución. El que se extingue, después de esta revolución, es el Estado o semi-Estado proletario.

En segundo lugar, el Estado es una "fuerza especial de represión". Esta magnífica y profundísima definición de Engels es dada aquí por éste con la más completa claridad. Y de ella se deduce que la "fuerza especial de represión" del proletariado por la burguesía, de millones de trabajadores por un puñado de ricachos, debe sustituirse por una "fuerza especial de represión" de la burguesía por el proletariado (dictadura del proletariado). En esto consiste precisamente la "destrucción del Estado como tal". En esto consiste precisamente el "acto" de la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad. Y es de suyo evidente que semejante sustitución de una "fuerza especial" (la burguesa) por otra (la proletaria) ya no puede operarse, en modo alguno, bajo la forma de "extinción". V.I. Lenin, El Estado y la revolución

Ya hemos dicho más arriba, y demostraremos con mayor detalle en nuestra ulterior exposición, que la doctrina de Marx y Engels sobre el carácter inevitable de la revolución violenta se refiere al Estado burgués. Este no puede sustituirse por el Estado proletario (por la dictadura del proletariado) mediante la "extinción", sino sólo, por regla general, mediante la revolución violenta. El panegírico que dedica Engels a ésta, y que coincide plenamente con reiteradas manifestaciones de Marx (recordaremos el final de "Miseria de la Filosofía" y del "Manifiesto Comunista" con la declaración orgullosa y franca sobre el carácter inevitable de la revolución violenta; recordaremos la crítica del Programa de Gotha, en 1875, cuando ya habían pasado casi treinta años, y en la que Marx fustiga implacablemente el oportunismo de este programa), este panegírico no tiene nada de "apasionamiento", nada de declamatorio, nada de arranque polémico. La necesidad de educar sistemáticamente a las masas en esta, precisamente en esta idea sobre la revolución violenta, es algo básico en toda la doctrina de Marx y Engels. La traición cometida contra su doctrina por las corrientes socialchovinista y kautskiana hoy imperantes se manifiesta con singular relieve en el olvido por unos y otros de esta propaganda, de esta agitación.

La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta. La supresión del Estado proletario, es decir, la supresión de todo Estado, sólo es posible por medio de un proceso de "extinción". V.I. Lenin, El Estado y la revolución*

Actualmente, la dictadura del proletariado, es sustituida por la consigna menchevique de la colaboración de clases, que hoy se conoce como “Frente Popular”, pero esto no debe de extrañarnos, pues el FPR no escatima en rescatar todas y cada una de las tradiciones del estalinismo: entregar a compañeros a la policía, difamar a los presos políticos, negarles el apoyo y acusarlos de policías, sobre todo si estos defienden una postura consecuente en el movimiento obrero. El Frente Popular consiste en la unidad a toda costa con la burguesía, hacer alianzas electorales con la burguesía, suprimir la democracia en las organizaciones de masas y en las asambleas de todo tipo bajo la consigna de la “mayor unidad”, se niega el paso a quienes entregamos nuestra vida a la revolución y a los verdaderos luchadores sociales como fue el caso del II Congreso de la APPO. Esta táctica desgastada ya fue utilizada en 1936 en España, donde se obligó a los anarcosindicalistas y al pueblo en armas, a abandonar los fusiles, dejar de repartir tierras y fábricas mediante una dictadura del proletariado, para suplantar las auténticas ideas del marxismo por una bazofia llamada Frente Popular, gobierno de coalición con la burguesía, comprometiendo al pueblo insurrecto a quitar de la agenda la revolución social. Las consecuencias fueron funestas, miles, decenas de miles y quizá cientos de miles de hombres y mujeres fueron asesinados por el régimen franquista que consiguió el apoyo de las tropas italianas fascistas al mando de Benito Mussolini para invadir la república española y masacrar al pueblo.

Finalmente, que sea el mismo Marx quién nos ilustre al respecto:

"Por lo que a mí se refiere, no me caben ni el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la so ciedad moderna, ni el de haber descubierto la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de las clases. Lo que yo aporté de nuevo fue demostrar:

1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción (historische Entwicklungsphasen der Produktion );

 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado;

3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases".

Extractos de una carta de Marx a Weydemeyer del 5 de marxo de 1852

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Aquí vemos, como de manera vergonzosa, el FPR – PCM ensucia y envilece al marxismo revolucionario para limpiar el trasero de la burguesía y los caciques oaxaqueños. Estos individuos deshonran las ideas de Carlos Marx que defendió con todas sus fuerzas la dictadura de una clase contra otra, la expropiación de todos los medios de producción:

“El modo capitalista de producción y de apropiación jjj, y por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera [954] negación de la propiedad privada individual, fundada en el trabajo propio kkk. La negación de la producción capitalista se produce por sí misma, con la necesidad de un proceso natural. Es la negación de la negación. Ésta restaura la propiedad individual, pero sobre el fundamento de la conquista alcanzada por la era capitalista: la cooperación de trabajadores libres y su propiedad colectiva sobre la tierra y sobre los medios de producción producidos por el trabajo mismo.
La transformación de la propiedad privada fragmentaria, fundada sobre el trabajo personal de los individuos, en propiedad privada capitalista es, naturalmente, un proceso incomparablemente más prolongado, más duro y dificultoso, que la transformación de la propiedad capitalista, de hecho fundada ya sobre el manejo social de la producción, en propiedad social. En aquel caso se trataba de la expropiación de la masa del pueblo por unos pocos usurpadores; aquí se trata de la expropiación de unos pocos usurpadores por la masa del pueblo y de fuerza de trabajo". Carlos Marx, El Capital, Tomo I**

Esto también va para quienes de manera estúpida y errónea balbucean: “que la crisis la paguen los capitalistas”, sólo les faltó afirmar: “y que paguen todas nuestras cuentas”… ahora vemos las consecuencias políticas de tan crasas idioteces.

Existen incluso ilotas que enarbolan esta bandera como una consigna transicional del programa mínimo: ¡ Pero se les olvida intencionadamente el programa máximo, piedra angular y base de la estrategia revolucionaria!. Así que, querid@ lector@, cuando a usted le diagnostiquen cáncer, usted debe comprender que su doctor le dirá: “tómese una aspirina”, ¡flamantes médicos son nuestros reformistas y seudomarxistas de la actualidad!*

Quienes defendemos a capa y espada el comunismo, sabemos que esta es una síntesis del pensamiento revolucionario del la humanidad, de las experiencias históricas del pueblo en la lucha por su liberación que ha tenido grandes efectos en prácticamente todo el mundo. Nuestro deber es rescatar su esencia y filo revolucionario desde abajo, desde el pueblo, con el pueblo y para el pueblo.

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LECCIONES DE LA APPO

Si la APPO no se pudo mantener y desarrollar como el poder del pueblo contra los caciques y los partidos políticos de la burguesía, no fue por falta de negociaciones, no fue por falta de voluntad, no fue por un exceso de “radicalismo”, sino su derrota durante la entrada de la PFP reside en la traición de quienes se ostentaron y pavonearon como sus voceros, por la traición de Enrique Rueda Pacheco (ex – secretario general de la sección XXII del magisterio) quién declaró entonces que la huelga del magisterio estaba levantada contra la voluntad del grueso de las bases, esto le valió no volver a pararse en Oaxaca, pues los maestros no soportaron tal situación, se le tachó con mucha razón de traidor. Además de todo ello, el motivo de la derrota frente a la PFP fue el papel nefasto de Flavio Sosa quién llamó a quitar todas las barricadas ¡y recibir con flores a los federales!, encima de esto, la causa fundamental del triunfo temporal de la contrarrevolución obedece claramente a que la insurrección de la APPO no alcanzo tintes nacionales, condición mínima para que el poder obrero se mantuviese.


La experiencia de la APPO en 2006 es el equivalente a la experiencia de la revolución rusa de 1905, sin dejar de señalar que la coyuntura nacional era la adecuada para la victoria, para un febrero de 1917 en Rusia, donde el pueblo organizado derrotó a la autocracia con su viva fuerza, de existir entonces una organización a nivel nacional revolucionaria, esto se hubiese convertido en expropiaciones masivas de tierras y medios de producción, en un octubre de 1917.

Las particularidades del proceso de 2006 es una combinatoria de factores objetivos y subjetivos:

  1. El auge de la política reformista y el pacifismo entreguista
  2. La ausencia de una organización revolucionaria con cuadros que se pusiesen al pie del cañón en todo el país.
  3. El dominio del charrismo en los sindicatos nacionales

Son tres factores que no han sido rebasados hasta la fecha, por ello, no podemos hablar en la actualidad de un ambiente favorable para la revolución socialista, pero las condiciones pueden cambiar en tanto madure la conciencia de clase de los oprimidos.

Desde 2006, hemos señalado que los responsables del fracaso del movimiento social en 2006 no fueron los oaxaqueños insurrectos, o “violentos” como nos llama López Obrador, sino los reformistas, los charros, y los traidores quienes convencieron al pueblo de que todo se arreglaría por los cauces institucionales, pacíficos, mediante el parlamento y la “democracia” de unos cuantos: la democracia burguesa, en cambio la APPO es la experiencia viva de la democracia directa, la democracia de las mayorías, de los oprimidos, misma que se convirtió y debe trascender a nivel nacional como la democracia de los oprimidos y la dictadura contra los opresores, la toma de tierras, la toma de fábricas y las expropiaciones en masa. En la actualidad, son los mismos actores políticos quienes han impedido que el Sindicato Mexicano de Electricistas recupere su fuente de trabajo y su Contrato Colectivo.


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NO SE PUEDE MEZCLAR EL ORÍN CON AGUA LIMPIA

¿Qué pensaría usted, hombre,  mujer, transgénero libertario, sedient@ de justicia y libertad, si al entregar su vida en una barricada, usted que ha sido golpead@ por las fuerzas de la dictadura calderonista burguesa, usted que ha construido un órgano de poder como la APPO, o más recientemente, que ha construido y lucha por desarrollar la Asamblea Nacional de Resistencia Popular desde las calles, las escuelas y los centros de trabajo, que se ha manifestado en las calles llamando a no pagar luz, exigiendo castigo a los culpables por los asesinatos en Ciudad Juárez, que ha luchado por la reducción de la tarifa eléctrica, usted que participa en el movimiento “no pagues luz”, qué haría usted si frente a todos estos elementos de sacrificio, lucha y esperanza, le ofrecieran a cambio un vaso lleno de orines para satisfacer sus demandas?

Esto es lo que pretende el punto 9 de la mesa 1 del Congreso Social hacia un Nuevo Constituyente en materia política, dictado por el PCM y el CC del SME que a la letra dice:

9.- reformar el sistema de partidos y los procesos electorales para asegurar y transparentar la democracia para asegurar que los candidatos TENGAN UNA REPRESENTACIÓN REAL Y PARTICIPEN EN EL PROCESO ELECTORAL EN CONDICIONES DE IGUALDAD. Asegurar la autonomía de los partidos políticos respecto al estado para garantizar la libertad de opinión, organización y participación de la ciudadanía.

Esto no es casualidad, pues Ricardo Garybai uno de los dirigentes del PCM ha trabajado con el actual CC (Comité Central) del SME desde el Frente Sindical Mexicano, pobres de aquellos que de buena gana, osen ofrecer estas marranadas como buena moneda, de aquellos quienes osen beber del vaso lleno de orines de quienes llenaron el envase en una borrachera política que no tiene fin. Las consecuencias pueden ser verdaderamente mortales.

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* V.I. Lenin, El Estado y la revolución


** Carlos Marx, El Capital


*** León Trotsky, El programa de transición

I. ¿Qué son y para qué sirven las elecciones?



Por Sara Hernández, GMR
I
¿Qué son y para qué sirven las elecciones?

Las elecciones en la sociedad capitalista, están controladas en la mayoría de los casos, por los partidos políticos que representan y defienden los intereses de la burguesía. Como muchas otras tantas cosas en terreno de las interrelaciones de clase en la sociedad capitalista, las elecciones tienen su carácter de clase, representado en partidos que cristalizan un programa político hecho a imagen y semejanza de la clase a la que representa, esto es lo que determina directamente su carácter sociológico.

Actualmente en México, no podemos hablar de un partido político que represente en el parlamento los verdaderos intereses de la clase obrera mexicana, en parte, porque esta ha sido dominada por los aparatos de control ideológico (medios masivos de comunicación) y por los poderes corporativos sindicales (la CTM, el Congreso del Trabajo y todos los charros disfrazados de demócratas), lo que si podemos encontrar es que los partidos políticos en el parlamento velan por los intereses de la burguesía. Estos partidos no velan por los intereses de los trabajadores, sino de la burguesía, incluso, aquellos que portan la bandera de la “democracia” con distintas tonalidades se esmeran por traicionar al pueblo en la práctica por algunas cuantas migajas y prebendas.

La coalición PAN- PRD-PT Convergencia: Chantaje oportunista

Sin duda alguna, lo afirmado anteriormente se ve corroborado en los hechos por los acontecimientos mismos, pues si bien en el Número 5 del Boletín Ciudadano* afirmamos que se gestó un proceso de traición a los principios fundamentales del primer y congreso de la APPO, quedando en el II congreso los siguientes principios básicos:
I. Ninguna negociación con el gobierno de Ulises Ruiz y de Felipe Calderón, sino luchar por su derrocamiento

II. PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA:

La APPO ratifica que es independiente en lo político, organizativo e ideológico del estado y de los partidos políticos electoreros. No puede haber dirigentes de ninguno de los partidos políticos como dirigentes o miembros de la APPO, esta asamblea no es trampolín político, si algún compañero quiere participar en el proceso electoral tendrá que renunciar al cargo que ostenta en la APPO, de maneras pública con 5 meses antes de su registro. Se ratifica el respeto a la autonomía de las organizaciones e individuos que decidan participar en el proceso electoral, no utilizando el nombre de la APPO.

La posición del ala izquierda de la APPO triunfó sobre el ala oportunista de derechas, concisamente el Partido Comunista de México (estalinista) a través de su filial plataforma denominada Frente Popular Revolucionario (FPR) se encargó de cooptar parte de la asamblea metiendo trabajadores agrícolas que acudieron al II Congreso de la APPO con la idea de que si votaban todas las propuestas del FPR y los reformistas oportunistas como Flavio Sosa, tendrían concesiones para el uso de las tierras. Tras un largo e interesante debate, el ala izquierda triunfa en las posiciones políticas definidoras de dos principios torales de la APPO a pesar de que la derecha repartió despensas en pleno congreso para que los campesinos votaran sus propuestas y delegados.

Casi al finalizar el congreso, Azael Santiago Chepi de manera oportunista añade para los resolutivos que ninguno de los concejales honestos de izquierda que no pertenecen al FPR: “Se ratifica el respeto a la autonomía de las organizaciones e individuos que decidan participar en el proceso electoral, no utilizando el nombre de la APPO”. Esto sería el preludio de la coalición electoral a la que entraría más tarde la gente de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), la UTE es el brazo magisterial del FPR, como instrumento al servicio de la voluntad de los dirigentes del PCML. Pese a esto y a múltiples maniobras de lo más sucias, clásicas del priísmo y todos los partidos y organizaciones corporativistas, las “propuestas” del FPR NO PASARON EN EL II CONGRESO DE LA APPO, sino por el contrario, las ideas y principios que dieron origen a la APPO como referente de lucha se mantuvieron firmes en los corazones de miles, y quizá de varios cientos de miles de oaxaqueños que confrontaron directamente todo el poder estatal, proceso mediante el cual el pueblo pudo ver claramente que su enemigo no sólo es URO, sino lo es la burguesía local y nacional, lo son los gobiernos municipales, por estado y también lo es el gobierno federal de la república; en esas fechas todos los partidos políticos en el parlamento sin excepción alguna de qué están hechos, pero sobre todo a qué intereses responden: a los intereses de los opresores, de los ricos, de los poderosos. En el parlamento, estos señores no vacilan para aprobar y apoyar la represión contra el pueblo, así como en la calle y en las asambleas del pueblo, a través de sus agentes pagados, no dejan de ser los fieles defensores de los que nos oprimen, no dejan de mostrarse vacilantes e incluso en contra de la victoria del pueblo cuando se trata de un asunto de vida o muerte.

Durante estos últimos años, parte de la APPO venía llamando a no votar por el PRI-AN, todo este descontento era capitalizado por el PRD, sin embargo, de 2006 a la fecha, el PRD ha demostrado de la manera más evidente, su aversión a los movimientos revolucionarios, así, Nazario Gutiérrez (presidente municipal de San Salvador Atenco por el PRD) se dio la mano con Enrique Peña Nieto en mayo de 2006 para coordinar la represión contra el pueblo de Atenco. Del mismo modo actúa el gobierno perredista de Chiapas contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y la Otra Campaña, del mismo modo que actúa el empresarial gobierno perredista de Zeferino Torreblanca.

Después de todo este proceso que hemos vivido, existes quienes dicen que el “voto de castigo” para todos los que reprimieron en 2006 será la única vía para sacar del PRI de Oaxaca, pero ¿Qué no el PRD está lleno de priístas? ¿Acaso ya se les olvidó que el PAN no sólo es un partido de derecha, sino de ultraderecha?. La respuesta a estas preguntas puede clarificar porque muchos pensamos que vía por sacar al PRI y a todos los que reprimieron al pueblo en 2006 no pasa por votar por la coalición de los traidores con los ultratraidores, del PRD con el PAN, la ultraderecha.

LA APPO Y SU SIGNIFICACIÓN HISTÓRICA

La significación histórica de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) es de una dimensión incalculable, pues a pesar que desde el comienzo los oportunistas corrieron para tomarse la foto, la fuerza revolucionaria de toda la ciudad de Oaxaca y varias comunidades se concentró en un solo punto, obligando a los reformistas a retroceder no centímetro a centímetro, sino barriendo con las posiciones vacilantes mientras la vitalidad y participación de la mayoría del pueblo se mantuvo dentro de la APPO. La APPO es el vivo ejemplo de un soviet en acción en el México moderno, es el ejemplo vivo que nos enseña que cuando la vía pacífica queda cancelada para resolver los conflictos entre el pueblo y el gobierno, sólo queda un camino: la insurrección.

¿Cuál fue el carácter de esta institución que, en un corto período de tiempo, conquistó un lugar tan importante en la revolución a la que dieron rasgos distintivos? El sóviet organizaba a las masas obreras, dirigía huelgas y manifestaciones, armaba a los obreros y protegía a la población contra los pogromos. El sóviet organizaba a las masas obreras, dirigía huelgas y manifestaciones, armaba a los obreros y protegía a la población contra los pogromos. Sin embargo, hubo otras organizaciones revolucionarias que hicieron lo mismo antes, al mismo tiempo y después de él, y nunca tuvieron la misma importancia. L. Trotsky, 1905: resultados y perspectivas**

Aquí vemos como la historia del soviet de Petrogrado en 1905 se repite de manera casi idéntica, sólo que con distintos nombres y distintos actores políticos, que juegan en sus respectivos casos, el mismo papel revolucionario, o el mismo papel de cobarde que hace ya más de 105 años en la primera revolución rusa del siglo XX.

En toda la historia de México, antes de 2006, no hemos visto un ejemplo que se acerque a la experiencia de la APPO, pues bien, esta lo decidía todo en el estado de Oaxaca, era el poder del pueblo en acción, la APPO organizaba desde manifestaciones callejeras, megamarchas a las que convocaron magnitudes sin precedentes en la historia de Oaxaca, nunca se había visto en la historia de Oaxaca, cantidad tan gigantesca de rebeldes que dijeron ¡¡¡YA BASTA !!!

Más aún, al combatir por el poder, a la cabeza de todas las fuerzas revolucionarias, el sóviet no dejaba ni un instante de guiar la acción espontánea de la clase obrera; no solamente contribuía a la organización de los sindicatos, sino que intervenía incluso en los conflictos particulares entre obreros y patronos.

Sin embargo, hubo otras organizaciones revolucionarias que hicieron lo mismo antes, al mismo tiempo y después de él, y nunca tuvieron la misma importancia. El secreto de esta importancia radica en que esta asamblea surgió orgánicamente del proletariado durante una lucha directa, determinada en cierto modo por los acontecimientos, que libró al mundo obrero “por la conquista del poder”. Si los proletarios, por su parte, y la prensa reaccionaria por la suya dieron al sóviet el título de “gobierno proletario” fue porque, de hecho, esta organización no era otra cosa que el embrión de un gobierno revolucionario. El sóviet detentaba el poder en la medida en que la potencia revolucionaria de los barrios obreros se lo garantizaba; luchaba directamente por la conquista del poder, en la medida en que éste permanecía aún en manos de una monarquía militar y policiaca.

Flavio Sosa, un despechado incapaz de manipular el II Congreso de la APPO

“En una revolución, cualquiera que dirige una posición de valor decisivo y la entrega sin haber obligado al enemigo a luchar, merece ser considerado un traidor”. L. Trotsky, 1905

Flavio Sosa (ex – vocero de la APPO) actúa despechado y se indigna por el simple hecho de que no pudo alcanzar como diputado a nombre de la APPO; incluso declara recientemente (en febrero de 2010) para el periódico Noticias que circula en Oaxaca, que la APPO está muerta y es imposible reavivar ese cadáver político. ¿Qué hay detrás de esto?: despecho.

Tal actitud es del todo comprensible viniendo de un reformista e inepto como Flavio Sosa, incapaz de aprender nada de las masas revolucionarias en acción en primer lugar porque fuera de la APPO y por los canales oficiales del sistema burgués, Flavio Sosa no es capaz de entrar al parlamento de otro modo que usando el nombre de la APPO; para sus intereses particulares se le hace necesario basarse en el movimiento revolucionario para reemplazar el poder del pueblo y la democracia directa por el poder de una minoría de oportunistas que en nada se acerca a lo que representó la APPO, de hecho esto evidencia la falta de una noción clara de los principios y lecciones que nos deja el movimiento del 2006, razón por la cual hemos dado una respuesta a tales aberración desde el número 5 del Boletín Ciudadano. Se reemplaza la democracia directa y el poder del pueblo por el poder de unos cuantos y contados oportunistas de toda estirpe y de una misma naturaleza traidora, se pretende suplantar el poder del pueblo por la “democracia” indirecta de los partidos que siempre han oprimido y asesinado al pueblo de México.



* El Segundo Congreso de la APPO: Entre el oportunismo y la lucha revolucionaria

Atenco y la unidad de la clase política


**1905, Resultados y perspectivas

Cinco días: 23 - 27 de febrero de 1917


A continuación publicamos un artículo extraído del libro “Historia de la revolución rusa” de León Trotsky, documento único en su género; el objetivo de este fragmento va destinado a comprender la dinámica de ataques y contraataques de las fuerzas revolucionarias contra las tropas del Estado. Los llamados de las masas trabajadoras hacia las filas del ejército para unirse al movimiento revolucinario en este caso presentan flujos y contraflujos; indecisión, represión, solidaridad para culminar tras la presión y llamados revolucionarios de la clase obrera por sucumbir política y militarmente hacia el bando obrero. En próximos días publicaremos un acontecimiento similar durante la revolución portuguesa de los claveles. Una cosa es clara: mientras el proletariado no haga estos llamados de unidad a las fuerzas militares oficiales, no tendrán la más mínima posibilidad de conseguir armamento contra el Estado y su aparato gubernamental, sin embargo, tras la presión masiva los soldados han virado hacia la revolución, como segundo ejemplo podremos citar el viraje de innumerables fuerzas federales hacia el bando de Zapata y Villa durante la revolución mexicana, el punto clave consiste en los métodos y formas en las cuales se gana a este sector de la población, que de carecer de un sentido de la realidad puede costar la vida a los dirigentes revolucionarios, como en el caso de Zapata. De las luchas históricas del proletariado contra el Estado ya sea capitalista o feudal podemos decir que entre más masiva y decidida es la lucha obrera, menos muertes costará y ha costado la victoria sobre el enemigo, aunque como veremos en próximos documentos, no basta con vencer: hay que expropiar los capitales e imponer la ley revolucionaria por la vía de la fuerza para que nuestra victoria no haya sido temporal, mucho menos vanal, a ello le sigue la consecución de una serie de victorias en distintas partes del mundo como sucedió en los meses, años y décadas posteriores a octubre de 1917. Sobre el porque estas victorias no pudieron consolidarse en el planeta entero podemos señalar la degeneración temprana de la III Internacional Comunista y a la falta de dirección, decisión y claridad política por parte de las fuerzas de la revolución mundial. León Trotsky nos ofrece en este documento (a pesar de ser un archivo histórico) algunas lecciones de táctica y estrategia revolucionaria.

Grupo Marxista Revolucionario


Cinco días (23-27 de frebrero de 1917)


El 23 de febrero era el Día Internacional de la Mujer. Los elementos socialdemócratas se proponían festejarlo en la forma tradicional: con asambleas, discursos, manifiestos, etc. A nadie se le pasó por las mentes que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución. Ninguna organización hizo un llamamiento a la huelga para ese día. La organización bolchevique más combativa de todas, el Comité de la barriada obrera de Viborg, aconsejó que no se fuese a la huelga. Las masas -como atestigua Kajurov, uno de los militantes obreros de la barriada- estaban excitadísimas: cada movimiento de huelga amenazaba convertirse en choque abierto. Y como el Comité entendiese que no había llegado todavía el momento de la acción, toda vez que el partido no era aún suficientemente fuerte ni estaba asegurado tampoco en las proporciones debidas el contacto de los obreros con los soldados, decidió no aconsejar la huelga, sino prepararse para la acción revolucionaria en un vago futuro. Tal era la posición del Comité, al parecer unánimemente aceptada, en vísperas del 23 de febrero. Al día siguiente, haciendo caso omiso de sus instrucciones, se declararon en huelga las obreras de algunas fábricas textiles y enviaron delegadas a los metalúrgicos pidiéndoles que secundaran el movimiento. Los bolcheviques -dice Kajurov- fueron a la huelga a regañadientes, secundados por los obreros mencheviques y socialrevolucionarios. Ante una huelga de masas no había más remedio que echar a la gente a la calle y ponerse al frente del movimiento. Tal fue la decisión de Kajurov, que el Comité de Viborg hubo de aceptar. "La idea de la acción había madurado ya en las mentes obreras desde hacía tiempo, aunque en aquel momento nadie suponía el giro que había de tomar." Retengamos esta declaración de uno de los actores de los acontecimientos, muy importante para comprender la mecánica de su desarrollo.
Dábase por sentado, desde luego, que, en caso de manifestaciones obreras, los soldados serían sacados de los cuarteles contra los trabajadores. ¿A dónde se hubiera ido a parar con esto? Estábamos en tiempo de guerra y las autoridades no se mostraban propicias a gastar bromas. Pero, por otra parte, el "reservista" de los tiempos de guerra no era precisamente el soldado sumiso del ejército regular. ¿Era más o menos peligroso? Entre los elementos revolucionarios se discutía muchísimo ese tema, pero más bien de un modo abstracto, pues nadie, absolutamente nadie -como podemos afirmar categóricamente, basándonos en todos los datos que poseemos- pensaba en aquel entonces que el día 23 de febrero señalaría el principio de la ofensiva declarada contra el absolutismo. Tratábase -en la mente de los organizadores- de simples manifestaciones con perspectivas vagas, pero en todo caso sin gran trascendencia.

Es evidente, pues, que la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil, entre las cuales hay que suponer que habría no pocas mujeres casadas con soldados. Las colas estacionadas a la puerta de las panaderías, cada vez mayores, se encargaron de dar el último empujón. El día 23 se declararon en huelga cerca de 90.000 obreras y obreros. Su espíritu combativo se exteriorizaba en manifestaciones, mítines y encuentros con la policía. El movimiento se inició en la barriada fabril de Viborg, desde donde se propagó a los barrios de Petersburgo. Según los informes de la policía, en las demás partes de la ciudad no hubo huelgas ni manifestaciones. Este día fueron llamados ya en ayuda de la policía destacamentos de tropa poco numerosos al parecer, pero sin que se produjesen choques entre ellos y los huelguistas. Manifestaciones de mujeres en que figuraban solamente obreras se dirigían en masa a la Duma municipal pidiendo pan. Era como pedir peras al olmo. Salieron a relucir en distintas partes de la ciudad banderas rojas, cuyas leyendas testimoniaban que los trabajadores quería pan, pero no querían, en cambio la autocracia ni la guerra. El Día de la Mujer transcurrió con éxito, con entusiasmo y sin víctimas. Pero ya había anochecido y nadie barruntaba aún lo que este día fenecido llevaba en su entraña.
Al día siguiente, el movimiento huelguístico, lejos de decaer, cobra mayor incremento: el 24 de febrero huelgan cerca de la mitad de los obreros industriales de Petrogrado. Los trabajadores se presentan por la mañana en las fábricas, pero se niegan a entrar al trabajo, organizan mítines y a la salida se dirigen en manifestación al centro de la ciudad. Nuevas barriadas y nuevos grupos de la población se adhieren al movimiento. El grito de "¡Pan!" desaparece o es arrollado por los de "¡Abajo la autocracia!" y "¡Abajo la guerra!" La perspectiva Nevski contempla un continuo desfilar de manifestaciones: son masas compactas de obreros cantando himnos revolucionarios; luego, una muchedumbre urbana abigarrada, entre la que se destacan las gorras azules de los estudiantes. "El público nos acogía con simpatía, y desde algunos lazaretos los soldados no saludaban agitando lo que tenían a mano." ¿Eran muchos los que se daban cuenta de lo que significaban aquellas pruebas de simpatía de los soldados enfermos por los manifestantes obreros? Cierto es que los cosacos no cesaban de cargar constantemente, aunque sin gran dureza, contra la multitud; sus caballos estaban jadeantes. Los manifestantes se dispersaban y tornaban a reunirse. La multitud no sentía miedo. "Los cosacos prometen no disparar." La frase corría de boca en boca. Por lo visto, los obreros habían parlamentado con algunos cosacos. Poco después aparecieron, medio borrachos, los dragones y se lanzaron sobre la multitud golpeando las cabezas con las lanzas. Pero los manifestantes no se disolvieron. "No dispararán." En efecto, no dispararon.
Un senador liberal cuenta que vio en la calle tranvías parados -¿no sería acaso al día siguiente, confudiéndolo en la memoria?-, algunos con los cristales rotos, otros volcados sobre los raíles, y recordó las jornadas de julio de 1914, en vísperas de la guerra. "Parecía como si se repitiese la vieja tentativa." La vista no le engañaba. La continuidad era evidente: la historia cogía los cabos del hilo revolucionario roto por la guerra y los volvía a empalmar.
Durante todo el día la muchedumbre se volcaba de unos barriosen otros. Veíase dispersada por la policía, contenida y rechazada por las fuerzas de Caballería y algunos destacamentos de Infantería. Con el grito de "¡Abajo la policía!" alternaban cada vez con más frecuencia los hurras a los cosacos. Era un detalle significativo. La multitud exteriorizaba un odio furioso contra la policía. La policía montada era acogida con silbidos, piedras, pedazos de hierro. Muy distinta era la actitud de los obreros respecto de los soldados. En los alrededores de los cuarteles, cerca de los centinelas y las patrullas, veíanse grupos de obreros y obreras que charlaban amistosamente con ellos. Era una nueva etapa que tomaban las huelgas en su desarrollo y un fruto del hecho de poner frente a frente al ejército y a las masas obreras. Esta etapa, inevitable en toda revolución, parece siempre nueva, y la verdad es que cada vez se plantea de un modo distinto. Los que han leído y escrito sobre ella no la reconocen.
En la Duma nacional se contaba el día 24 que una masa enorme de gente había invadido toda la plaza Snamenskaia, toda la perspectiva Nevski y las calles adyacentes, observándose un fenómeno nunca visto: una multitud revolucionaria y no patriótica que acompañaba con vítores a los cosacos y regimientos que avanzaban a los sones de músicas. Preguntando qué significaba aquello, un transeúnte contestó al diputado que le interrogaba: "Un policía ha dado un latigazo a una mujer; los cosacos se han puesto al lado de esta última y han ahuyentando a la policía." Nadie se había tomado el trabajo de comprobar la verdad de aquello. A la multitud le bastaba con creerlo, con creer en su verosimilitud, y esta confianza no se había caído del cielo, sino que era el fruto de la experiencia, por eso tenía que convertirse necesariamente en garantía de triunfo.
Después de la reunión mañanera, los obreros de la fábrica de Erickson, una de las más avanzadas de la barriada de Viborg, se dirigieron en masa, con un contingente de unos 2.500 hombres, a la avenida de Sampsonievski, y en una calle estrecha tropezaron con los cosacos. Los primeros que hendieron en la multitud, abriéndose paso con el pecho de los caballos, fueron los oficiales. Tras ellos venían los cosacos galopando a toda la anchura de la avenida. ¡Momento decisivo! Pero los jinetes se deslizaron cautamente como una larga cinta por la brecha abierta por los oficiales. "Algunos -recuerda Kajurov- se sonreían, y uno de ellos guiñó el ojo maliciosamente a los obreros." Aquella guiñada del cosaco tenía su porqué. Los obreros recibieron valientemente, aunque sin hostilidad, a los cosacos, y les contagiaron un poco de su valentía. Pese a las nuevas tentativas de los oficiales, los cosacos, sin infringir abiertamente la disciplina, no disolvieron por la fuerza a la multitud y, renunciando a dispersar a los obreros, apostaron a los jinetes a lo ancho de la calle para impedir que los manifestantes pasaran al centro. Pero tampoco esto sirvió de nada. Los cosacos montaban la guardia en sus puestos con todas las de la ley, pero no impedían que los obreros se deslizaran por entre los caballos. la revolución no escoge arbitrariamente sus caminos. Daba sus primeros pasos hacia la victoria bajo los vientres de los caballos de los cosacos. ¡Interesante episodio! ¡Y notable ojo el del narrador, a quien todas las incidencias de ese proceso se le quedaron grabadas en la memoria! Y, sin embargo, no tiene nada de sorprendente. El narrador era un caudillo al que seguían más de dos mil hombres: el ojo del comandante, atento a las balas o al látigo del enemigo, es siempre avizor.

El cambio esperado en el ejército puede observarse, sobre todo, en los cosacos, instrumento inveterado de represión. No quiere ello decir que los cosacos fueran más revolucionarios que los demás. Todo lo contrario: en estos terratenientes acomodados, celosos de sus privilegios de cosacos, que despreciaban a los sencillos campesinos y recelaban de los obreros, anidaban muchos elementos de conservadurismo. Precisamente por esto los cambios provocados por la guerra cobraban en ellos más relieve. Además, el zarismo echaba mano de ellos para todo, los mandaba a todas partes, los colocaba frente al pueblo, ponía sus nervios a prueba. Estaban ya hartos de todo esto; no pensaban ya más que en volver a sus casas, y guiñaban el ojo a los huelguistas como diciendo: "¡Andad, haced lo que queráis; allá vosotros; nosotros no nos meteremos en nada!" Sin embargo, todo esto no pasaba de ser síntomas; significativos, pero síntomas nada más. El ejército seguía siendo ejército, una masa de hombres atados por la disciplina y cuyos hilos principales estaban en manos de la monarquía. Las masas obreras no tenían armas. Sus dirigentes no pensaban siquiera en el desenlace decisivo.
En el orden del día del Consejo de Ministros celebrado el 24 figuraba entre otros puntos la cuestión de los desórdenes en la capital. ¿Huelgas? ¿Manifestaciones? ¡Bah! No era la primera vez. Todo estaba previsto. Se habían cursado instrucciones oportunas ¡A otra cosa!
¿En qué consistían concretamente las instrucciones circuladas? A pesar de que en el transcurso de los días 23 y 24 fueron agredidos veintidós policías, el jefe de las tropas de la región, general Jabalov, casi dictador, no creyó necesario recurrir al empleo de las armas de fuego, y no por bondad precisamente. Todo estaba previsto y señalado de antemano, y fijado el momento preciso para abrir fuego.

La revolución no sobrevino por torpeza más que en cuanto al momento. En términos generales puede decirse que ambos polos, el revolucionario y el gubernamental, venían preparándose concienzudamente para ella desde hacía muchos años. Por lo que a los bolcheviques se refiere, toda su actuación después de 1905 se redujo en puridad a preparar la segunda revolución. También la actuación del gobierno era en gran parte una serie de preparativos encaminados a aplastar la nueva revolución que se avecinaba. Este aspecto de la actividad gubernamental cobró en el otoño de 1916 un carácter bastante sistemático. Una comisión presidida por Jabalov terminó, a mediados de enero de 1917, un plan concienzudamente estudiado de represión de un nuevo alzamiento. La ciudad fue dividida en seis zonas, cada una de las cuales se dividía a su vez en varios distritos. Al frente de todas las fuerzas armadas se ponía al comandante de las fuerzas de la reserva de la Guardia, general Tebenikin. Los regimientos eran distribuidos por distritos. En cada una de las seis zonas la policía, la gendarmería y las tropas se colocaban bajo el mando de jefes y oficiales del Estado Mayor. La Caballería cosaca quedaba a las órdenes directas del propio Tebenikin para las operaciones de más monta. El desarrollo de la represión en orden al tiempo había de ajustarse a las siguientes normas: primero entraría en acción solamente la policía; luego saldrían a escena los cosacos con sus látigos, y sólo en caso de efectiva necesidad se echaría mano de las tropas, armadas con fusiles y ametralladoras. Y este plan, en el que se ponían a contribución, desarrollándolas, las experiencias de 1905, fue en efecto el que de hecho se ejecutó en las jornadas de febrero. La falla no estaba precisamente en la imprevisión ni en los defectos del plan trazado, sino en el material humano que había de ponerlo en acción. Aquí radicaba el gran peligro de que fallara el golpe.

Formalmente, el plan se apoyaba en toda la guarnición, que contaba con 150.000 soldados; pero en realidad sólo podía contar con unos 10.000. Aparte de la fuerza de policía, cuyo contingente era de 3.500 hombres, el gobierno confiaba firmemente en los alumnos de las escuelas militares. Esto se explica por el carácter de la guarnición petersburguesa de aquel entonces, compuesta casi exclusivamente por tropas de reserva, principalmente por los catorce batallones de reserva de los regimientos de la Guardia que se hallaban en el frente. Formaban parte, además, de la guarnición un regimiento de Infantería, un batallón de motociclistas y una división de la reserva y de automóviles blindados, fuerzas poco considerables de zapadores y de artilleros y dos batallones de cosacos del Don. Esto era mucho, demasiado acaso. Las tropas de reserva estaban integradas por una masa humana a la que no se había podido modelar apenas por la propaganda patriótica o que se había emancipado de ella. En realidad, era éste el estado en que se encontraba casi todo el ejército.

Jabalov se atuvo estrictamente a su plan. El primer día, el 23, sólo entró en acción la policía. el 24 salió a la calle principalmente la Caballería, pero sin emplear más que el látigo y la lanza. La Infantería y las armas de fuego se reservaron hasta ver el giro que tomaban las cosas. Éstas no se hicieron esperar.

El 25 la huelga cobró aún más incremento. Según los datos del gobierno, este día tomaron parte en ella 240.000 obreros. Los elementos más atrasados forman detrás de la vanguardia; ya secundan la huelga un número considerable de pequeñas empresas; se paran los tranvías, cierran los establecimientos comerciales. En el transcurso de este día se adhieren a la huelga los estudiantes universitarios. A mediodía afluyen a la catedral de Kazán y a las calles adyacentes millares de personas. Intentan organizarse mítines en las calles, se producen choques armados con la policía. Desde el monumento a Alejandro III dirigen la palabra al público los oradores. La policía montada abre el fuego. Un orador es herido. como consecuencia de los disparos que parten de la multitud, resulta muerto un comisario de la policía y heridos el jefe superior y algunos agentes. De la muchedumbre se arrojan a los gendarmes botellas, petardos y granadas de mano. La guerra había enseñado el arte de construirlas. Los soldados adoptan una actitud pasiva y a veces hostil a la policía; por entre la multitud corre con emoción la noticia de que cuando los policías empezaban a disparar cerca de la estatua de Alejandro III, los cosacos dispararon contra los "faraones montados" -así llamaba el pueblo a los guardias-, viéndose éstos obligados a retirarse. Por lo visto, no se trataba de una leyenda echada a rodar para infundir ánimos, porque la noticia se confirma, aunque en versiones diversas, por diferentes conductos.

El obrero bolchevique Kajurov, uno de los auténticos caudillos de estas jornadas, cuenta que en uno de los puntos de la ciudad, cuando los manifestantes, corridos a latigazos por la policía montada, se dispersaban pasando por junto a un destacamento de cosacos, Kajurov, seguido de algunos obreros que no habían imitado a los fugitivos, se acercaron a los cosacos y, quitándose las gorras, les dijeron: "Hermanos cosacos: Ayudad a los obreros en la lucha por sus demandas pacíficas: ya veis cómo nos tratan los "faraones" a nosotros, los obreros hambrientos. ¡Ayudadnos!" Aquel tono conscientemente humilde, aquellas gorras en las manos, ¡qué cálculo sicológico más sutil, qué inimitable gesto! Toda la historia de las luchas en las calles y de las victorias revolucionarias está llena de semejantes improvisaciones. Pero estos episodios desaparecen sin dejar huella en el torbellino de los grandes acontecimientos, y a los historiadores no les quedan más que las cáscaras de los lugares comunes. "Los cosacos -prosigue Kujarov- se miraron unos a otros de un modo extraño, y apenas habíamos tenido tiempo de retirarnos cuando se lanzaron a la pelea." Minutos después, la multitud jubilosa alzaba en hombros, cerca de la estación, al cosaco que delante de sus ojos había derribado de un sablazo a un agente de policía.
La policía no tardó en desaparecer completamente del mapa; es decir, se ocultó y empezó a maniobrar por debajo de cuerda. Vienen los soldados a ocupar su puesto; fusil al brazo. Los obreros les interrogan, inquietos: "¿Es posible, compañeros, que vengáis en ayuda de los gendarmes?" Como contestación, un grosero" ¡Sigue tu camino!" Una nueva tentativa de aproximación termina del mismo modo. Los soldados están sombríos; un gusano les roe por dentro y se irritan cuando la pregunta da en el clavo de sus propias inquietudes.

Entretanto, el desarme de los "faraones" se convierte en la divisa general. los gendarmes son el enemigo cruel, irreconciliable, odiado. No hay ni que pensar en ganarlos para la causa. No hay más remedio que azotarlos o matarlos. El ejército ya es otra cosa. La multitud rehuye con todas sus fuerzas los choques hostiles con ellos, busca el modo de ganarlo, de persuadirlo, de fundirlo con el pueblo. A pesar de los rumores favorables, acaso un poco exagerados, relativos a la conducta de los cosacos, la multitud sigue guardando una actitud circunspecta ante la Caballería.
El soldado de Caballería se eleva por encima de la multitud, y su espíritu se halla separado del huelguista por las cuatro patas de la bestia. Una figura a la que hay que mirar de abajo arriba se representa siempre más amenazadora y terrible. La infantería está allí mismo, al lado, en el arroyo, más cercana y accesible. La masa se esfuerza en aproximarse a ella, en mirarle a los ojos, en envolverla con su aliento inflamado. La mujer obrera representa un gran papel en el acercamiento entre los obreros y los soldados. Más audazmente que el hombre, penetra en las filas de los soldados, coge con sus manos los fusiles, implora, casi ordena: "Desviad las bayonetas y venid con nosotros." Los soldados se conmueven, se avergüenzan, se miran inquietos, vacilan; uno de ellos se decide: las bayonetas desaparecen, las filas se abren, estremece el aire un hurra entusiasta y agradecido; los soldados se ven rodeados de gente que discute, increpa e incita: la revolución ha dado otro paso hacia adelante.

Desde el Cuartel general, Nicolás II da a Jabalov la orden telegráfica de que acabe con los disturbios "mañana sin falta". La orden del zar coincide con la fase siguiente del "plan" del general; el telegrama imperial no sirvió más que de impulso complementario. Maña tendrán la palabra las tropas. ¿No será ya tarde? Por ahora, no se podía decir. La cuestión estaba planteada, pero no resuelta, ni mucho menos. La benignidad de los cosacos, las vacilaciones que se percibían en algunas de las tropas de Infantería no eran más que episodios más o menos significativos, repetidos por mil ecos en la calle. Episodios que bastaban para enardecer a la multitud revolucionaria, pero que eran insuficientes para decidir el triunfo, tanto más cuanto que los había también de carácter hostil. Por la tarde de aquel mismo día, en el Gostini Dvor, un pelotón de dragones, como respuesta, según la versión oficial, a unos disparos de revólver que salieron de la multitud, abrió por primera vez el fuego contra los manifestantes; según el informe enviado por Jabalov al Cuartel general, resultaron tres muertos y diez heridos. ¡Seria advertencia! Al mismo tiempo, Jabalov amenazaba con mandar al frente a todos los obreros reclamados como reclutas si el 28 no reanudaban el trabajo. El general presentaba a las masas obreras un ultimátum de tres días; es decir, daba a la revolución un plazo mayor del que ésta necesitaba para derribar a Jabalov, y a la monarquía con él. Pero estas cosas sólo se saben después del triunfo. El 25 por la tarde nadie sabía aún lo que traería dentro el día siguiente.

Intentemos representarnos con más claridad la lógica interna del movimiento. El 23 de febrero se inicia, bajo la bandera del "Día de la Mujer", la insurrección de las masas obreras de Petrogrado, latente desde hacía mucho tiempo y desde hacía mucho tiempo también contenida. El primer peldaño de la insurrección es la huelga. A lo largo de tres días, ésta va ganando terreno y se convierte de hecho en general. No hacía falta más para infundir confianza a las masas e impulsarlas a seguir. La huelga, que va tomando cada vez más decididamente carácter ofensivo, se combina con manifestaciones callejeras, que ponen en contacto a la masa revolucionaria con las tropas. Esto impulsa al objetivo del movimiento, en su conjunto, hacia un plano más elevado, donde el pleito se dirime por la fuerza de las armas. Los primeros días se señalan por una serie de éxitos parciales, aunque de carácter más sintomático que efectivo.

Un alzamiento revolucionario que dure varios días sólo se puede imponer y triunfar con tal de elevarse progresivamente de peldaño en peldaño, registrando todos los días nuevos éxitos. Una tregua en el desarrollo de los éxitos es peligrosa. Si el movimiento se detiene y patina, puede ser el fracaso. Pero tampoco los éxitos de por sí bastan; es menester que la masa se entere de ellos a su debido tiempo y aprecie antes de que sea tarde su importancia para no dejar pasar de largo el triunfo en momentos en que le bastaría alargar la mano para cogerle. En la historia se han dado casos de éstos.
Durante los tres primeros días, la lucha fue exacerbándose constantemente. Pero esto hizo precisamente que las cosas alcanzasen un nivel en que los éxitos sintomáticos ya no bastaban. Toda la masa activa se había echado a la calle. Con la policía liquidó eficazmente y sin grandes dificultades. En los últimos dos días hubieron de intervenir ya las tropas: en el segundo fue sólo la Caballería; al tercero, la Infantería también. Las tropas dispersaban a la gente o la contenían, manifestando a veces una condescendencia evidente y sin recurrir casi nunca a las armas de fuego. En las alturas no se apresuraban a modificar el plan represivo, en parte porque no daban a los acontecimientos toda la importancia que tenían -el error de visión de la reacción completaba simétricamente el de los caudillos revolucionarios-, y en parte porque no estaban seguros de las tropas. Al tercer día, constreñido por la fuerza de las cosas y por la de la orden telegráfica del zar, el gobierno no tiene más remedio, quiéralo o no, que echar mano de las tropas ya de una manera decidida. Los obreros lo comprendieron así, sobre todo los elementos más avanzados, tanto más cuanto que la víspera los dragones habían disparado sobre las masas. Ahora la cuestión se planteaba en toda su magnitud ante ambas partes.

En la noche del 26 de febrero fueron detenidas, en distintas partes de la ciudad, cerca de cien personas pertenecientes a las organizaciones revolucionarias, entre ellas cinco miembros del Comité bolchevique de Petrogrado. Esto daba a entender que el gobierno pasaba a la ofensiva. ¿Qué sucederá hoy? ¿Con qué temple se despertarán los obreros después de las descargas de ayer? Y, sobre todo, ¿cuál será la actitud de las tropas? El 26 de febrero amanece entre nieblas de incertidumbre y de inquietud.

Detenido el comité local, la dirección de todo el trabajo en la capital pasa a manos de la barriada de Viborg. Tal vez sea mejor así. La alta dirección del partido se retrasa desesperadamente. Hasta el día 25 por la mañana, la oficina del Comité central de los bolcheviques no se decidió a lanzar una hoja llamando a la huelga general en todo el país. En el momento de salir a la calle este manifiesto, si es que efectivamente salió, la huelga general de Petrogrado se apoyaba ya totalmente en el alzamiento armado. Los dirigentes observan desde lo alto, vacilan y se quedan atrás, es decir, no dirigen, sino que van a rastras del movimiento.

Cuanto más nos acercamos a las fábricas, mayor es la decisión. Sin embargo, hoy, día 26, también en los barrios obreros reina la inquietud. Hambrientos, cansados, ateridos de frío, con una inmensa responsabilidad histórica sobre sus hombros, los militantes del barrio de Viborg se reúnen en las afueras para cambiar impresiones acerca de la jornada y señalar de común acuerdo la ruta que se ha de seguir. Pero, ¿qué hacer? ¿Organizar una nueva manifestación? ¿Qué resultado puede dar una manifestación sin armas, si el gobierno ha decidido jugarse el todo por el todo? Esta pregunta tortura las conciencias. "Todo parecía indicar como la única conclusión posible que la insurrección se estaba liquidando." Es la conocida voz de Kajurov la que nos habla, y a lo primero nos resistimos a creer que esta voz sea la suya. Tan bajo descendía el barómetro momentos antes de la tormenta.

En las horas en que la vacilación se adueñaba hasta de los revolucionarios que estaban más cerca de las masas, el movimiento había ido ya bastante más lejos en rigor de lo que se imaginaban los propios combatientes. Ya la víspera, al atardecer del 25 de febrero, el barrio de Viborg se hallaba por entero en manos de los rebeldes. Los comisarios de policía fueron saqueados, destruidos y algunos de los jefes de policía, muertos, aunque la mayoría había desaparecido. El general-gobernador había perdido el contacto con una parte enorme de la capital. El 26 por la mañana se puso de manifiesto que, además de la barriada de Viborg, se hallaban en poder de los revolucionarios el barrio de Peski, hasta muy cerca de la avenida de Liteini. Por lo menos, así pintaban la situación los informes de la policía. Y en cierto sentido era verdad, si bien es dudoso que los revolucionarios se dieran perfecta cuenta de ello. Indudablemente, en muchos casos los gendarmes abandonaban sus guaridas antes de verse amenazados por los obreros. Aparte de esto, el hecho de que los gendarmes evacuaran los barrios fabriles, no podía tener una importancia decisiva a los ojos de los obreros, y se comprende, pues las tropas no habían dicho aún su última palabra. La insurrección "se está liquidando", pensaban los más decididos, cuando, en realidad, no hacía más que desarrollarse.

El 26 de febrero era domingo y las fábricas no trabajaban, lo cual impedía medir desde por la mañana la intensidad de presión de las masas por la intensidad de la huelga. Además, los obreros veíanse privados de la posibilidad de reunirse en las fábricas, como lo habían hecho en los días anteriores, y esto dificultaba la organización de manifestaciones. En la Nevski reinaba por la mañana la tranquilidad. "En la ciudad todo está tranquilo", telegrafiaba la zarina al zar. Pero la tranquilidad no había de durar mucho. Los obreros van concentrándose poco a poco y se dirigen al centro desde todos los suburbios. No les dejan pasar por los puentes, pero atraviesan sobre el hielo; no hay que olvidar que estamos todavía en febrero, época en que el Neva está completamente helado. Los disparos hechos sobre la multitud que atraviesa el río no bastan para contenerla. La ciudad se ha transformado. Por todas partes circulan patrullas, piquetes de Caballería, por dondequiera se ven barreras de soldados. Las tropas vigilan sobre todos los caminos que conducen a la avenida Nevski. Suenan disparos que no se sabe de dónde salen. Aumenta el número de muertos y heridos. Corren en distintas direcciones los coches de las ambulancias sanitarias. No siempre se puede precisar quién dispara ni de dónde parten los tiros. Es indudable que los gendarmes, a quienes se ha dado una severa lección, han decidido no ofrecer más blanco y disparan desde las ventanas, a través de los postigos de los balcones, ocultándose detrás de las columnas, desde las azoteas. Se lanzan conjeturas que se convierten fácilmente en leyendas. Se corre que, para intimidar a los manifestantes, muchos soldados se han puesto capotes de gendarmes. Se dice que Protopopov ha mandado colocar numerosos puestos de ametralladoras en las azoteas de las casas. La comisión nombrada después de la revolución no pudo probar la existencia de estos puestos. Pero esto no quiere decir que no los hubiera. El hecho es que en esta jornada los gendarmes quedan relegados a segundo término. Ahora intervienen decisivamente las tropas, a quienes se da la orden de disparar, y los soldados, sobre todo los regimientos de las escuelas de suboficiales, disparan. Según los datos oficiales, en esta jornada los muertos llegaron a 40, contándose otros tantos heridos, sin incluir los que fueron retirados por la multitud. La lucha entra en su fase decisiva. ¿Se replegarán las masas ametralladas sobre sus suburbios? No; no se replegarán, pues quieren conseguir lo que les pertenece.

El Petersburgo burgués, burocrático, liberal, está asustado. El presidente de la Duma imperial, Rodzianko, exige que se envíen del frente tropas de confianza; luego "lo pensó mejor" y recomendó al ministro de la Guerra, Beliaiev, que dispersara a la multitud no con descargas, sino con mangas de riego, poniendo en acción al Cuerpo de bomberos. Beliaiev, después de consultar la cosa con el general Jabatov, contestó que el agua produciría resultados contraproducentes, "pues el agua lo que hace es excitar". Véase cómo los elementos dirigentes liberalburocráticos policiacos se entretenían en debates acerca de la ducha fría y caliente para el pueblo insurreccionado. Los informes policiacos de este día demuestran que el agua no bastaba: "Durante los disturbios se observaba como fenómeno general la actitud extremadamente provocativa de los revoltosos frente a la fuerza pública, contra la cual la multitud arrojaba piedras y pedazos de hielo. Cuando las tropas hacían disparos al aire, la multitud no sólo no se dispersaba, sino que acogía las descargas con risas. Fue necesario disparar de veras para disolver los grupos, pero los revoltosos, en su mayoría, se escondían en los patios de las casas vecinas, y cuando cesaban las descargas salían otra vez a la calle." Este informe policiaco atestigua la temperatura extraordinariamente alta de las masas en aquellos días. Es poco verosímil, sin embargo, que la multitud empezase por propia iniciativa a bombardear a las tropas con piedras y pedazos de hielo; esto contradice demasiado la sicología de los rebeldes y su táctica de prudencia con respecto a las tropas. El informe, atento a justificar las matanzas en masa, no describe las cosas tal y como sucedieron en la realidad. Pero el hecho fundamental está expresado con bastante exactitud y perfecta claridad: la masa no quiere ya retroceder, resiste con furor optimista, no abandona el campo ni aun después de las descargas y se agarra no a la vida, sino a las piedras, al hielo. La multitud exasperada demuestra una intrepidez loca. Esto se explica por el hecho de que, a pesar de las descargas, no pierde la confianza en las tropas. Tiene fe en el triunfo y quiere obtenerlo a toda costa.

La presión de los obreros sobre las tropas se intensifica conforme aumenta la presión sobre ella por las autoridades. La guarnición de Petrogrado se ve decididamente arrastrada por los acontecimientos. La fase de expectativa, que se mantuvo casi tres días y durante la cual el principal contingente de la guarnición puedo conservar una actitud de amistosa neutralidad ante los revolucionarios, tocaba a su fin: "¡Dispara sobre el enemigo!", ordena la monarquía. "¡No dispares contra tus hermanos y hermanas!", gritan los obreros y las obreras. Y no sólo esto, sino: "¡Únete a nosotros!" En las calles y en las plazas, en los puentes y en las puertas de los cuarteles, se desarrollaba una pugna ininterrumpida, a veces dramática y a veces imperceptible, pero siempre desesperada, en torno al alma del soldado. En esta pugna, en estos agudos contactos entre los obreros y obreras y los soldados, bajo el crepitar ininterrumpido de los fusiles y de las ametralladoras, se decidía el destino del poder, de la guerra y del país.

El ametrallamiento de los manifestantes acentúa la sensación de inseguridad en las filas de los dirigentes. Las proporciones que toma el movimiento empiezan a parecer peligrosas. En la reunión celebrada por el Comité de Viborg el día 26 por la tarde, es decir, doce horas antes de decidirse el triunfo, llegó a hablarse de sí no era venido el momento de aconsejar que se pusiese fin a la huelga. Esto podrá parecer sorprendente, pero no tiene nada de particular, pues en estos casos es mucho más fácil reconocer la victoria al día siguiente que la víspera. Además, el estado de ánimo sufre constantes alteraciones bajo la presión de los acontecimientos y de las noticias. Al decaimiento sucede rápidamente una exaltación de espíritu. De la valentía de un Kajurov o de un Chugurin no puede dudarse, pero en algunos momentos se sienten cohibidos por el sentimiento de responsabilidad para con las masas. Entre los obreros de filas hay menos vacilaciones. El agente de la Ocrana, Churkanov, que estaba bien informado, y que desempeñó un gran papel en la organización bolchevique, se expresa en los términos siguientes, en los informes que cursa a sus jefes, hablando del estado de ánimo de los obreros: "Comoquiera que las tropas no oponían obstáculo alguno a la multitud y en algunos casos se han convencido de su impunidad, y ahora, cuando, después de haber circulado sin obstáculos por las calles, los elementos revolucionarios han lanzado los gritos de "¡Abajo la guerra!" y "¡Abajo la autocracia!", el pueblo tiene la certeza de que ha empezado la revolución, de que el triunfo de las masas está asegurado, de que la autoridad es impotente para aplastar el movimiento, puesto que las tropas están a su lado; de que el triunfo decisivo está próximo, ya que aquéllas se pondrán abiertamente, de un momento a otro, al lado de las fuerzas revolucionarias: de que el movimiento iniciado no irá a menos, sino que, lejos de eso, crecerá ininterrumpidamente, hasta lograr el triunfo completo e imponer el cambio de régimen." Este resumen es notable por su concisión y elocuencia. El informe representa de por sí un documento histórico de gran valor, lo cual no obsta, naturalmente, para que los obreros triunfantes fusilen a su autor en cuanto lo cogen.

Los confidentes, cuyo número era enorme, sobre todo en Petrogrado, eran los que más temían el triunfo de la revolución. Estos elementos mantienen su política propia: en las reuniones bolcheviques, Churkanov sostiene la necesidad de emprender las acciones más radicales; en sus informes a la Ocrana, aconseja el empleo decidido de las armas. Es posible que Churkanov, persiguiendo este objetivo, tendiera incluso a exagerar la confianza de los obreros en el triunfo. Pero en lo esencial sus informes reflejaban la verdad, y pronto los acontecimientos vinieron a confirmar su apreciación.

Los dirigentes de ambos campos vacilaban y conjeturaban, pues nadie podía medir a priori la proporción de fuerzas. Los signos exteriores perdieron definitivamente su valor de criterios de medida: no hay que olvidar que uno de los rasgos principales de toda crisis revolucionaria consiste precisamente en la aguda contradicción entre la nueva conciencia y los viejos moldes de las relaciones sociales. La nueva correlación de fuerzas anidaba misteriosamente en la conciencia de los obreros y soldados. Pero precisamente el tránsito del gobierno a la ofensiva de las masas revolucionarias hizo que la nueva correlación de fuerzas pasara de su estado potencial a un estado real. El obrero miraba ávida e imperiosamente a los ojos del soldado, y éste rehuía, intranquilo e inseguro, su mirada: esto significaba que el soldado no respondía ya de sí. El obrero se acercaba a él valerosamente. El soldado, sombría, pero no hostilmente, más bien sintiéndose culpable, guardaba silencio, y, a veces, contestaba con una serenidad forzada para ocultar los latidos inquietos de su corazón. Está operándose en él una gran transformación. El soldado se libraba a todas luces del espíritu cuartelero sin que él mismo se diera cuenta de ello. Los jefes decían que el soldado estaba embriagado por la revolución; al soldado le parecía, por el contrario, que iba volviendo en sí de los efectos del opio del cuartel. Y así se iba preparando el día decisivo, el 27 de febrero.

Sin embargo, ya la víspera tuvo lugar un hecho que, a pesar de su carácter episódico, proyecta vivísima luz sobre los acontecimientos del 26 de febrero: al atardecer se sublevó la cuarta compañía del regimiento imperial de Pavlovski. En el informe dado por el inspector de policía se indica de un modo categórico la causa de la sublevación: "La indignación producida por el hecho de que un destacamento de alumnos del mismo regimiento, apostado en la Nevski, disparara contra la multitud." ¿Quién informó de esto a la cuarta compañía? Por una verdadera casualidad, se han conservado datos acerca de esto. Cerca de las dos de la tarde acudió a los cuarteles del citado regimiento un grupo de obreros, que dieron cuenta atropelladamente a los soldados de las descargas de la Nevski. "Decid a los compañeros que los soldados del Pavlovski disparan también contra nosotros. Los hemos visto en la Nevski con vuestro uniforme." Era un reproche cruel y un llamamiento inflamado. "Todos estaban desconcertados y pálidos." La semilla cayó en tierra fértil. Hacia las seis de la tarde, la cuarta compañía abandonó, por iniciativa propia, el cuartel bajo el mando de un suboficial -¿quién era? Su nombre ha desaparecido, sin dejar huella, entre tantos otros cientos y miles de nombre heroicos- y se dirigió a la Nevski para retirar a los soldados que habían disparado. No estamos ante una sublevación de soldados provocada por el rancho, sino ante un acto de alta iniciativa revolucionaria. Durante el trayecto. la compañía tuvo una escaramuza con un escuadrón de gendarmes, contra el cual disparó, matando a un agente e hiriendo a otro. Desde aquí, ya no es posible seguir el rastro de la intervención de los soldados insurrectos en el torbellino de las calles. La compañía regresó al cuartel y puso en pie a todo el regimiento. Pero las armas habían sido escondidas; sin embargo, según algunos informes, los soldados lograron apoderarse de treinta fusiles. No tardaron en verse cercados por tropas del regimiento de Preobrajenski; diecinueve soldados fueron detenidos y encerrados en la fortaleza, los restantes se rindieron. Según otros informes, esa noche faltaron del cuartel veintiún soldados con fusiles. ¡Peligrosa escapada! Esos veintiún soldados buscarán durante toda la noche aliados y defensores. Sólo el triunfo de la revolución puede salvarlos. Seguramente que los obreros se enterarían por ellos de lo sucedido. Buen presagio para los combates del día siguiente. Nabokov, uno de los jefes liberales más destacados, cuyas verídicas Memorias parecen algunos pasajes el diario de su partido y de su clase, regresó a su casa a la una de la noche, a pie, por las calles oscuras e intranquilas, "alarmado y lleno de sombríos presentimientos". Es posible que, en una de las encrucijadas, tropezara con un soldado fugitivo, y que, tanto el uno como el otro, se apresuraran a irse cada cual por su lado, puesto que nada tenían que decirse. En los barrios obreros y en los cuarteles, unos vigilaban o discutían la situación, otros dormían con el sueño ligero del vivac y presentían, en un delirio febril, el día de mañana, y allí entre los obreros, el soldado fugitivo halló refugio.

¡Qué pobreza la de las crónicas de las acciones de Febrero, aun comparada con los escasos documentos que poseemos de las jornadas de Octubre! En octubre, los revolucionarios actuaban capitaneados día tras día por el partido; en los artículos, manifiestos y actas del mismo aparece consignado, aunque no sea más que el curso externo de la lucha. No así en febrero. Las masas no están sometidas casi a ninguna dirección organizada. Los periódicos, con su personal en huelga, permanecieron mudos. Las masas hacían su historia, sin poder pararse a escribirla. Es casi imposible restablecer el cuadro vivo de los acontecimientos que se desarrollaron por aquellos días en las calles. Gracias que podamos reconstituir las líneas generales de su desarrollo exterior y esbozar sus leyes internas.

El gobierno, que aún no se había dejado arrebatar el aparato del poder, seguía los acontecimientos peor incluso que los partidos de izquierda, que, como sabemos, distaban mucho de estar a la altura de las circunstancias. Después de las "eficaces" descargas del 26, los ministros por un momento se tranquilizaron. En la madrugada del 27, Protopopov anunció que, según los informes recibidos, "una parte de los obreros se proponen reanudar el trabajo". Los obreros no pensaban, ni por asomo, en reintegrarse a las fábricas. Las descargas y los fracasos de la víspera no han descorazonado a las masas. ¿Cómo se explica esto? Evidentemente, los factores negativos se han convertido en positivos. Las masas invaden las calles, establecen contacto con el enemigo, ponen amistosamente la mano en la espalda de los soldados, se deslizan por entre las patas de los caballos, atacan, se dispersan, dejan cadáveres tendidos en las bocacalles; de vez en cuando, se apoderan de armas, transmiten noticias, recogen rumores y se convierten en un ser colectivo dotado de innumerables ojos, oídos y tentáculos. Cuando por la noche, después de la lucha, vuelven a sus casas, a los barrios obreros, las masas hacen el resumen de las impresiones del día, y, dejando a un lado lo secundario y accidental, sacan de ellas las conclusiones correspondientes.
En la noche del 26 al 27 estas conclusiones fueron, sobre poco más o menos, las notificadas a sus superiores por el confidente Churkanov.

Por la mañana del día siguiente los obreros afluyen nuevamente a las fábricas y, en asambleas generales, deciden proseguir la lucha. Se siguen destacando por su decisión, como siempre, los trabajadores de Viborg. También en los demás barrios transcurren en medio del mayor entusiasmo los mítines matinales. ¡Proseguir la lucha! Pero, ¿qué significa esto, hoy? La huelga general ha derivado en manifestaciones revolucionarias de masas inmensas, y las manifestaciones se han traducido en choques con las tropas. Seguir la lucha hoy equivale a proclamar el alzamiento armado. Pero este llamamiento no lo ha lanzado nadie, no ha sido puesto a la orden del día por el partido revolucionario: es una consecuencia inexorable de los propios acontecimientos.

El arte de conducir revolucionariamente a las masas en los momentos críticos consiste, en nueve décimas partes, en saber pulsar el estado de ánimo de las propias masas, y así como Kajurov observaba las guiñadas de los cosacos, la gran fuerza de Lenin consistía en su inseparable capacidad para tomar el pulso a la masa y saber cómo sentía. Pero Lenin no estaba aún en Petrogrado. Los estados mayores "socialistas" públicos y semipúblicos, los Kerenski, los Cheidse, los Skobelev y cuantos los rodeaban, preferían hacer amonestaciones de toda índole y resistir al movimiento. El estado mayor central bolchevista, compuesto por Schliapnikov, Zalutski y Mólotov, reveló en aquellos días una impotencia y una falta de iniciativa asombrosas. De hecho, las barriadas obreras y los cuarteles estaban abandonados a sí mismos. Hasta el día 26 no apareció el primer manifiesto a los soldados, lanzado por una de las organizaciones socialdemócratas, afín a los bolcheviques. Este manifiesto, que tenía un carácter muy indeciso y ni siquiera hacía un llamamiento a los soldados para que se pusieran al lado del pueblo, empezó a repartirse por todos los barrios el día 27 por la mañana. "Sin embargo -atestigua Fureniev, uno de los directivos de la organización-, los acontecimientos revolucionarios se desarrollaban con tal rapidez, que nuestras consignas llegaban ya con retraso. En el momento en que las hojas llegaban a manos de los soldados, éstos entraban ya en acción."

Por lo que al centro bolchevique se refiere, conviene advertir que, hasta el día 27 por la mañana, Schliapnikov no se decidió a escribir, a instancias de Chugurin, uno de los mejores caudillos obreros de las jornadas de febrero, un manifiesto dirigido a los soldados. ¿Fue impreso ese manifiesto? En todo caso, vería la luz cuando su eficacia era ya nula. En modo alguno pudo tener influencia sobre los sucesos del día 27. No hay más remedio que dejar sentado que, por regla general, en aquellos días los dirigentes, cuanto más altos estaban, más a la zaga de las cosas iban.
Y, sin embargo, el alzamiento, a quien nadie llamaba por su nombre, estaba a la orden del día. Los obreros tenían concentrados todos sus pensamientos en las tropas. ¿Será posible que no logremos moverlas? Hoy, la agitación dispersa ya no basta. Los obreros de Viborg organizan un mitin en el cuartel del regimiento de Moscú. La empresa fracasa. A un oficial o a un sargento no le es difícil manejar una ametralladora. Un fuego graneado pone en fuga a los obreros. La misma tentativa se efectúa también sin éxito en el cuartel del regimiento de reserva. Entre los obreros y los soldados se interponen los oficiales apuntando con la ametralladora. Los caudillos obreros y los soldados, exasperados, buscan armas, se las piden al partido; éste les contesta: las armas las tienen los soldados, id a buscarlas allí. Esto ya lo saben ellos. Pero, ¿cómo conseguirlas? ¿No se echará todo a perder? Así, la lucha iba llegando a su punto crítico. O la ametralladora barre la insurrección, o la insurrección se apodera de la ametralladora. En sus Memorias, Schliapnikov, figura central en la organización bolchevique petersburguesa de aquel entonces, cuenta que cuando los obreros reclamaban armas, aunque no fuera más que revólveres, les contestaban con una negativa, mandándolos a los cuarteles. De este modo querían evitar choques sangrientos entre los obreros y los soldados, cifrando todas las esperanzas en la agitación, es decir, en la conquista de los soldados por la palabra y el ejemplo. No conocemos testimonios que confirmen o refuten esta declaración de uno de los caudillos preeminentes de aquellos días, y que más bien acredita miopía que clarividencia. Mucho más sencillo hubiera sido reconocer que los dirigentes no disponían de armas.

Es indudable que, al llegar a una determinada fase, el destino de toda revolución se resuelve por el cambio operado en la moral del ejército. Las masas populares inermes, o poco menos, no podrían arrancar el triunfo si hubiesen de luchar contra una fuerza militar numerosa, disciplinada, bien armada y diestramente dirigida. Pero toda profunda crisis nacional repercute, por fuerza, en grado mayor o menor, en el ejército; de este modo, a la par con las condiciones de una revolución realmente popular, se prepara asimismo la posibilidad -no la garantía, naturalmente- de su triunfo. Sin embargo, el ejército no se pasa nunca al lado de los revolucionarios por propio impulso, ni por obra de la agitación exclusivamente. El ejército es un conglomerado, y sus elementos antagónicos están atados por el terror de la disciplina. Aun en vísperas de la hora decisiva, los soldados revolucionarios ignoran la fuerza que representan y su posible influencia en la lucha. También son un conglomerado, naturalmente, las masas populares.
Pero éstas tienen posibilidades incomparablemente mayores de someter a prueba la homogeneidad de sus filas en el proceso de preparación de la batalla decisiva. Las huelgas, los mítines, las manifestaciones, tienen tanto de actos de lucha como de medios para medir la intensidad de la misma. No toda la masa participa en el movimiento de huelga. No todos los huelguistas están dispuestos a dar la batalla. En los momentos más agudos, se echan a la calle los más decididos. Los vacilantes, los cansados, los conservadores, se quedan en casa. Aquí, la selección revolucionaria se efectúa orgánicamente, haciendo pasar a los hombres por el tamiz de los acontecimientos. En el ejército, las cosas no ocurren del mismo modo. Los soldados revolucionarios, los simpatizantes, los vacilantes, los hostiles, permanecen ligados por una disciplina impuesta, cuyos hilos se hallan concentrados, hasta el último momento, en manos de la oficialidad. En los cuarteles sigue pasándose revista diariamente a los soldados y se les cuenta, como siempre, por orden de las filas "primera y segunda"; pero no, pues sería imposible, por orden de filas "revoltosas" y "adictas".

El momento psicológico en que los soldados se pasan a la revolución se halla preparado por un largo proceso molecular, el cual tiene, como los procesos naturales, su punto crítico. Pero, ¿cómo determinarlo? Cabe muy bien que las tropas estén perfectamente preparadas para unirse al pueblo, pero que no reciban el necesario impulso del exterior: los dirigentes revolucionarios no creen aún en la posibilidad de traer a su lado al ejército, y dejan pasar el momento del triunfo. Después de esta insurrección, que ha llegado a la madurez, pero que se ha malogrado, puede producirse en las tropas una reacción; los soldados pierden la esperanza que había alimentado su espíritu. Tienden nuevamente el cuello al yugo y a la disciplina y, al verse otra vez frente a los obreros, se manifiestan ya contra los sublevados, sobre todo a distancia. En este proceso entran muchos factores difícilmente ponderables, muchos puntos convergentes, numerosos elementos de sugestión colectiva y de autosugestión; pero de toda esa compleja trama de fuerzas materiales y psíquicas se deduce, con claridad inexorable, una conclusión: los soldados, en su gran mayoría, se siente tanto más capaces de desenvainar sus bayonetas y de ponerse con ellas al lado del pueblo, cuanto más persuadidos están de que los sublevados lo son efectivamente, de que no se trata de un simple simulacro, después del cual habrán de volver al cuartel y responder de los hechos, de que es efectivamente la lucha en que se juega el todo por el todo, de que el pueblo puede triunfar si se unen a él y de que su triunfo no sólo garantizará la impunidad, sino que mejorará la situación de todos. En otros términos, los revolucionarios sólo pueden provocar el cambio de moral de los soldados en el caso de que estén realmente dispuestos a conseguir el triunfo a cualquier precio, e incluso al precio de su sangre. Pero esta decisión suprema no puede ni quiere nunca aparecer inerme.

La hora crítica del contacto entre la masa que ataca y los soldados que le salen al paso tiene su minuto crítico: es cuando la masa gris no se ha dispersado aún, se mantiene firme y el oficial, jugándose la última carta, da la orden de fuego. Los gritos de la multitud, las exclamaciones de horror y las amenazas ahogan la voz de mando, pero sólo a medias. los fusiles se mueve. La multitud avanza. El oficial encañona con su revólver al soldado más sospechoso. Ha sonado el segundo decisivo del minuto decisivo. El soldado más valeroso, en quien tiene fijas sus miradas todos los demás, cae exánime; un suboficial dispara sobre la multitud con el fusil arrebatado al soldado muerto, se cierra la barrera de las tropas; los fusiles se disparan solos, barriendo la multitud hacia los callejones y los patios de las casas. Pero, ¡cuántas veces, desde 1905, las cosas pasaban de otro modo! En el instante crítico, cuando el oficial se dispone a apretar el gatillo, surge el disparo hecho desde la multitud, que tiene sus Kajurovs y sus Chugurins, y esto basta para decidir no sólo la suerte de aquel momento, sino tal vez el de toda la jornada y aun el de toda la insurrección.

El fin que se proponía Schliapnikov: evitar los choques de los obreros con las tropas no dando armas a los revoltosos, era irrealizable. Antes de que se llegara a los choques con las tropas tuvieron lugar innumerables encuentros con los gendarmes. La lucha en las calles se inició con el desarme de los odiados "faraones", cuyos revólveres pasaban a las manos de los revolucionarios. En sí mismo, el revólver es un arma débil, casi de juguete, contra los fusiles, las ametralladoras y los cañones del enemigo. Pero, ¿estaban éstos realmente en sus manos? Para comprobarlo, los obreros exigían armas. Es ésta una cuestión que se resuelve en el terreno psicológico. Pero tampoco en las insurrecciones los procesos psicológicos son fácilmente separables de los materiales. El camino que conduce al fusil del soldado pasa por el revólver arrebatado al "faraón".

La crisis psicológica por que atravesaban los soldados era, en aquellos momentos, menos activa, pero no menos profunda que la de los obreros. Recordemos nuevamente que la guarnición estaba formada principalmente por batallones compuestos de muchos miles de reservistas destinados a cubrir las bajas de los regimientos que se hallaban en el frente. Estos hombres, padres de familia en su mayoría, veíanse ante el trance de ir a las trincheras cuando la guerra estaba ya perdida y el país arruinado. Estos hombres no querían la guerra, anhelaban volver a sus casas, restituirse a sus quehaceres; sabían muy bien lo que pasaba en palacio y no sentían el menor afecto por la monarquía; no querían combatir contra los alemanes, y menos aún contra los obreros petersburgueses; odiaban a la clase dirigente de la capital, que se entregaba a los placeres durante la guerra; además, entre ellos había obreros con un pasado revolucionario que sabían dar una expresión concreta a este estado de espíritu.

La misión consistía en encauzar este descontento profundo, pero latente aún, de los soldados, hacia la acción revolucionaria, franca y abierta o, por lo menos, en un principio, hacia la neutralidad. El tercer día de lucha, los soldados perdieron definitivamente la posibilidad de mantenerse en una posición de benévola neutralidad ante la insurrección. Hasta nosotros llegaron únicamente reminiscencias secundarias de lo sucedido en aquellas dos horas, por lo que al contacto entre los obreros y los soldados se refiere. Hemos visto cómo la víspera los obreros fueron a quejarse amargamente ante los soldados del regimiento de Pavlovski, y la conducta de un destacamento de alumnos. Escenas, conversaciones, reproches y llamamientos análogos ocurrían en todos los ámbitos de la ciudad. Los soldados no podían seguir vacilantes. Ayer les habían obligado a disparar. Hoy volverían a obligarles a lo mismo. Los obreros no se rinden, no retroceden, quieren conseguir lo que les pertenece, aunque sea bajo una lluvia de plomo, y con ellos están las obreras, las esposas, las madres, las hermanas, las novias. ¿No es ésta, acaso, la hora aquella de que tan a menudo se hablaba, cuchicheando, en los rincones?: "Y si nos uniéramos todos?" Y en el momento de las torturas supremas, del miedo insuperable ante el día que se avecina, henchidos de odio contra aquellos que les imponen el papel de verdugos, resuenan en el cuartel las primeras voces de indignación manifiesta, y en estas voces anónimas todo el cuartel se ve retratado, aliviado y exaltado a sí mismo. Así amaneció sobre Rusia el día del derrumbamiento de la monarquía de los Romanov.

En la reunión celebrada por la mañana en casa del incansable Kajurov, a la cual acudieron hasta cuarenta representantes de las fábricas, la mayoría se pronunció por llevar adelante el movimiento. La mayoría, pero no todos. Es lástima que no se conserve testimonio de la proporción de votos. Pero no eran aquéllos momentos de actas. Por lo demás, el acuerdo llegó con retraso: la Asamblea se vio interrumpida por la noticia fascinadora de la sublevación de los soldados y de que habían sido abiertas las puertas de las cárceles. "Churkanov besó a todos los presentes." Fue el beso de Judas, pero éste no precedía, por ventura, a una crucifixión.

Desde la mañana se fueron sublevando, uno tras otro, al ser sacados de los cuarteles, los batallones de reserva de la Guardia, continuando el movimiento que en la víspera había iniciado la cuarta compañía del regimiento de Pavlovski. Este grandioso acontecimiento de la historia humana sólo ha dejado una huella pálida y tenue en los documentos, crónicas y Memorias. Las masas oprimidas, aun cuando se leven hasta las cimas mismas de la creación histórica, cuentan poco de sí mismas y aún se acuerdan menos de consignar sus recuerdos por escrito. Y la exaltación del triunfo esfuma luego el trabajo de la memoria. Conformémonos con lo que hay.

Los primeros que se sublevaron fueron los soldados del regimiento de Volinski. Ya a las siete de la mañana, el comandante del batallón llamó a Jabalov por teléfono, para comunicarle la terrible noticia, el destacamento de alumnos, esto es, las fuerzas que se creían más adictas y se destinaban a sofocar el movimiento, se habían negado a salir; el jefe había sido muerto o se había suicidado antes los soldados: sin embargo, esta segunda versión fue abandonada en seguida. Quemando los puentes tras de sí, los soldados de Volinski se esforzaron en ampliar la base de la sublevación, que era lo único que podía salvarles. Con este fin se dirigieron a los cuarteles de los regimientos de Lituania y Preobrajenski, situados en las inmediaciones, "llevándose" a los soldados, del mismo modo que los huelguistas sacan a los obreros de las fábricas. Poco después, Jabalov recibía la noticia de que los soldados del regimiento de Volinski no sólo no entregaban los fusiles, como había ordenado el general, sino que, unidos a los soldados de los regimientos de Preobrajenski y de Lituania, y lo que era aún más terrible, "unidos a los obreros", habían destruido el cuartel de la división de gendarmes. Esto atestigua que la experiencia por que habían pasado el día antes los soldados del regimiento de Pavlovski no había sido estéril: los sublevados habían encontrado caudillos y, al mismo tiempo, un plan de acción.
En las primeras horas de la mañana del día 27, los obreros se imaginaban la consecución de los fines de la insurrección mucho más lejana de lo que estaba en realidad. Para decirlo más exactamente, sólo veían la consecución de estos fines como una remota perspectiva, cuando en sus nueve décimas partes se hallaban ya alcanzados. La presión revolucionaria de los obreros sobre los cuarteles coincidió con el movimiento revolucionario de los soldados en las calles. En el transcurso del día, estas dos poderosas avalanchas se unen formando un todo, para arrastrar, primero el tejado, después los muros y luego los cimientos del viejo edificio. Chugurin fue uno de los primeros que se presentó en el local de los bolcheviques con un fusil en la mano y la espalda cruzada por una cartuchera, "sucio, pero radiante y triunfal". ¡La cosa no era para menos! ¡Los soldados se pasan a nuestro lado con las armas en la mano! En algunos sitios, los obreros han conseguido unirse a los soldados, penetrar en los cuarteles, obtener fusiles y cartuchos. Los obreros de Viborg, y con ellos la parte más decidida de los soldados, han esbozado el plan de acción: apoderarse de las comisarías de policía, en las cuales se han concentrado los gendarmes armados, desarmar a todos los jefes de policía; liberar a los obreros detenidos y a los presos políticos encerrados en las cárceles; destruir los destacamentos gubernamentales de la ciudad, unirse a los soldados que no se han sublevado aún y a los obreros de las demás barriadas.

El regimiento de Moscú se adhirió a la insurrección, no sin luchas intestinas. Es sorprendente que estas luchas fueran tan poco considerables en otros regimientos. Los elementos monárquicos, impotentes, quedaban separados de la masa, se escondían por los rincones o se apresuraban a cambiar de casaca. "A las dos de la tarde -recuerda el obrero Koroliev-, al salir el regimiento de Moscú, nos armamos... Cogimos cada uno un revólver y un fusil, nos unimos a un grupo de soldados que se nos acercó (algunos de ellos rogaron que les mandáramos y les indicáramos que tenían que hacer), y nos dirigimos a la calle Tichvinskaya, para abrir el fuego contra la comisaría de policía." Véase, pues, cómo los obreros indicaban a los soldados lo que tenían que hacer, sin un instante de vacilación.

Una tras otra, llegaba jubilosas noticias de victoria. ¡Los revolucionarios estaban en posesión de automóviles blindados! Con las banderas rojas desplegadas, estos autos sembraban el pánico entre los que aún no se habían sometido. Ahora ya no era necesario deslizarse por entre las patas de los caballos de los cosacos. La revolución está en pie en toda su magnitud.

Hacia el mediodía, Petrogrado vuelve a convertirse en un campo de operaciones: por todas partes se oyen disparos de fusilería y ametralladoras. No siempre es posible concretar quién dispara contra quién. Lo único que puede afirmarse es que se tirotean el pasado y el futuro. Es frecuente también el tiroteo sin objetivo: se disparaba, sencillamente, con los revólveres adquiridos inesperadamente. Ha sido saqueado el arsenal. "Se dice que se han repartido algunas decenas de miles de Brownings." De la Audiencia y de las comisarías de policía incendiadas se elevan al cielo columnas de humo. En algunos puntos, las escaramuzas y los tiroteos se convierten en verdaderas batallas. En la perspectiva Sampsonovski, los obreros se acercan a las barracas ocupadas por los motociclistas, una parte de los cuales se agrupa en las puertas. "¿Qué hacéis aquí parados, compañeros?" Los soldados sonríen, "con una sonrisa que no promete nada bueno", atestigua uno de los beligerantes, y permanecen callados. Los oficiales ordenan groseramente a los obreros que sigan su camino. Los motociclistas, lo mismo que los soldados de Caballería, fueron durante las revoluciones de Febrero y de Octubre los cuerpos más conservadores de todo el ejército. Pronto se agrupan ante la verja un tropel de obreros y soldados revolucionarios. ¡Hay que sacar de ahí al batallón sospechoso! Alguien comunica que ha sido pedido un automóvil blindado; de otro modo, es poco probable que se pueda sacar de su guarida a los motociclistas, que se han artillado apostando ametralladoras. Pero la masa no sabe esperar: se muestra impaciente e intranquila, y en su impaciencia tiene razón. Suenan los primeros tiros disparados por ambas partes, pero la valla de tablas que separa a lo soldados de la revolución, estorba. Los atacantes deciden destruirla. Un trozo es derribado, al resto le pegan fuego, Aparecen las barracas, que son cerca de una veintena. Los motociclistas se concentran en dos o tres. Las otras son inmediatamente incendiadas. Seis años después Kajurov registra el recuerdo: "Las barracas ardiendo y la valla que las rodeaba derribada, el fuego de las ametralladoras y los fusiles, los rostros agitados de los sitiadores, el camión lleno de revolucionarios armados que se acerca a toda marcha, y finalmente, el automóvil blindado que llega, con sus bruñidos cañones, ofrecían un espectáculo magnífico e inolvidable." La vieja Rusia zarista, eclesiástico-policíaca, se consumía en el incendio de las barracas y las vallas, desaparecía entre el fuego y el humo, ahogándose en el tiroteo de las ametralladoras. ¿Cómo no habían de exaltarse los Kajurov, las decenas, los centenares, los miles de Kajurovs? El automóvil hizo algunos disparos de cañón contra la barraca en que se habían refugiado los oficiales y los motociclistas. El comandante de los sitiados resultó muerto; los oficiales, quitándose las charreteras y los emblemas, se fugaron por huertas adyacentes; los demás se rindieron. Fue probablemente la refriega más importante de la jornada.

Entretanto la sublevación militar tomaba un carácter epidémico. Las únicas que no la secundaban eran ya las fuerzas que no habían tenido tiempo de hacerlo. Al atardecer se sumaron al movimiento los soldados del regimiento de Semenov, famoso por la salvaje represión del alzamiento de Moscú, en 1905. ¡Los once años pasados desde entonces no habían pasado en vano! Los soldados del regimiento de Semenov, unidos a los cazadores, sacaron a la calle, ya entrada la noche, a los del regimiento de Ismail, a quienes los jefes mantenían encerrados en los cuarteles: este regimiento, que cercó y detuvo el 3 de diciembre de 1905 al primer soviet de Petrogrado, seguía siendo considerado como uno de los más reaccionarios. La guarnición del zar en la capital, que contaba con ciento cincuenta mil soldados, se iba fundiendo, derritiéndose, desaparecía por momentos. Por la noche, ya no existía.

Después de las noticias recibidas por la mañana acerca de la sublevación de los regimientos, Jabalov todavía intenta resistir, mandando contra los sublevados un destacamento formado por elementos diversos, de cerca de mil hombres, con las instrucciones más draconianas. Pero la suerte de este destacamento toma un giro misterioso. "En estos días sucede algo incomprensible -cuenta después de la revolución el incomparable Jabalov-, el destacamento avanza con oficiales valientes y decididos a la cabeza -alude al coronel Kutepov-; pero...¡sin resultado alguno!" Las compañías mandadas tras ese destacamento desaparecen también sin dejar huella. El general empieza a formar reservas en la plaza de Palacio, pero "faltaban cartuchos y no había de dónde sacarlos." Entresacamos todo esto de las declaraciones de Jabalov ante la Comisión investigadora del gobierno provisional. Pero ¿dónde fueron a parar, en fin de cuentas, los destacamentos destinados a sofocar la insurrección? No es difícil adivinarlo: se vieron inmediatamente absorbidos por esta última. Los obreros, las mujeres, los muchachos, los soldados sublevados, rodeaban a los destacamentos de Jabalov por todos lados, considerándolos como suyos o esforzándose por conquistarlos, y no les daban la posibilidad de moverse como no fuera uniéndose a la inmensa multitud. Luchar con esta masa que se había adherido a los soldados, que ya no temía nada, que era inagotable, que se metía en todas partes, era tan imposible como batirse en medio de una masa de levadura.

Simultáneamente con las continuas informaciones relativas a las sublevaciones de nuevos regimientos, llegaban demandas de tropas de confianza para reprimir la insurrección, para guardar la central telefónica, el palacio de Lituania, el palacio de Marinski y otros sitios aún más sagrados, Jabalov pidió por teléfono que se mandaran tropas de confianza de Kronstadt, pero el comandante contestó que el mismo temía por la seguridad de la fortaleza. Jabalov ignoraba todavía que la sublevación se había extendido a las guarniciones vecinas. El general intentó o simuló intentar convertir el Palacio de Invierno en reducto, pero el plan hubo de abandonarse en seguida por irrealizable, y el último puñado de tropas "adictas" pasó al Almirantazgo. Allí, el dictador se preocupó, finalmente, de realizar la cosa más importante e inaplazable: imprimir, para ser publicado, los dos últimos decretos del gobierno, sobre la dimisión de Protopopov por "motivos de salud" y sobre la declaración del estado de sitio en Petrogrado. Este último decreto corría, en efecto, mucha prisa, pues pocas horas después, el ejército de Jabalov levantaba "el sitio" de Petrogrado y huía del Almirantazgo para refugiarse en sus casas. Sólo por desconocimiento de la realidad la revolución no detuvo el día 27 por la noche a aquel general dotado de atribuciones terribles, pero que ya no tenía nada de terrible. Se hizo al día siguiente, sin ninguna dificultad.

¿Pero es posible que sea ésta toda la resistencia que ofrezca la terrible Rusia zarista ante el peligro mortal? Sí, casi todo, a pesar de la gran experiencia acumulada en lo que a las represiones contra el pueblo se refería, y a pesar de los planes de represión, tan concienzudamente elaborados. Más tarde, los monárquicos, al volver en sí, explicaron la facilidad de la victoria del pueblo en Febrero, por el carácter especial de la guarnición de Petrogrado. Pero todo el curso ulterior de la revolución desmiente este razonamiento. Es verdad que, ya a principios del año fatal, la camarilla sugería al zar la conveniencia de renovar la guarnición de la capital. El zar se dejó convencer sin trabajo de que la caballería de la Guardia, que era considerada como muy adicta, había "permanecido bastante tiempo en el fuego" y merecía que se le diese descanso en sus cuarteles de Petrogrado. Sin embargo, accediendo a respetuosas indicaciones del frente, el zar sustituyó a los cuatro regimientos de la caballería de la Guardia por tres dotaciones de Marina de la Guardia. Según la versión de Protopopov, la sustitución se llevó a cabo sin el consentimiento del zar, con una intención pérfida por parte del mando. "Los marineros son, en su mayoría, obreros, y representan el elemento más revolucionario del ejército." Pero esto es un absurdo evidente. Lo que ocurrió era, sencillamente, que la alta oficialidad de la Guardia, sobre todo la de caballería, hacía una carrera demasiado brillante en el frente para que tuviera ningún deseo de retornar al interior. Además, tenía que pensar, no sin miedo, en las funciones represivas que se les asignaba a la cabeza de regimientos que en el frente habían sufrido una completa transformación. Como no tardaron en demostrar los acontecimientos del frente, la Guardia montada no se distinguía ya, en aquel entonces, del resto de la Caballería, y los marinos de la Guardia trasladados a la capital no desempeñaron ningún papel activo en la revolución de Febrero. La verdadera causa estribaba en que la trama toda del régimen estaba podrida y no tenía ni un solo hilo sano...

En el transcurso del día 27 fueron puestos en libertad por la multitud, sin que hubiera ninguna víctima, los detenidos políticos de las numerosas cárceles de la capital, entre ellos el grupo patriótico del Comité industrial de guerra, detenido el 26 de enero, y los miembros del Comité petersburgués de los bolcheviques, encarcelados por Jabalov cuarenta horas antes. A las mismas puertas de la cárcel se dividen los caminos políticos: los patriotas mencheviques se dirigen hacia la Duma, donde se reparten los papeles y los cargos; los bolcheviques se van a las barriadas, al encuentro de los obreros y los soldados, a fin de dar cima con ellos a la conquista de la capital. No se puede dejar respiro al enemigo. Las revoluciones exigen, más que ninguna otra cosa, remate y coronación.

No se puede precisar quién sugirió la idea de conducir al palacio de Táurida a los regimientos sublevados. Esta ruta política era una consecuencia lógica de la situación. Todos los elementos radicales no incorporados a las masas sentíanse, naturalmente, atraídos hacia este palacio, en que se concentraban todos los informes de la oposición. Es muy verosímil que precisamente estos elementos, que sintieron súbitamente el día 27 la afluencia de fuerzas vitales, desempeñasen el papel de guías de la Guardia sublevada. Este papel era honroso y ya casi no ofrecía peligro alguno. El palacio de Potemkin, por su situación, era el más apropiado para servir de centro a la revolución. El jardín de Táurida sólo estaba separado por una calle de la población militar, en que se hallaban los cuarteles de la Guardia y una serie de instituciones militares. Durante muchos años, esta parte de la ciudad había sido considerada, tanto por el gobierno como por los revolucionarios, como el reducto militar de la monarquía. Y lo era efectivamente. Pero todo había cambiado. La sublevación militar surgió, precisamente, de este sector. Los sublevados no tenían más que atravesar la calle para llegar al jardín del palacio de Táurida, separado del Neva solamente por una manzana de casas. Del otro lado del Neva se extiende la barriada de Viborg, caldera de vapor de la revolución. Los obreros no tienen más que cruzar el puente de Alejandro, y , si éste ha sido levantado, por el río helado, para ir a parar a los cuarteles de la Guardia o al palacio de Táurida. He aquí cómo este triángulo heterogéneo y contradictorio por su origen, situado en el noroeste de Petersburgo: la Guardia, el palacio de Potemkin y las fábricas gigantescas, se convierte en la plaza de armas de la revolución.

En el edificio del palacio de Táurida surgen o empiezan a dibujarse ya los distintos centros, entre ellos el estado mayor de la insurrección. No se puede decir que éste tuviera un carácter muy serio. Los oficiales "revolucionarios", esto es, los oficiales relacionados por su pasado con la revolución, aunque no fuera más que por equívoco, pero que habían dejado pasar la insurrección, se apresuran después de la victoria a recordar su existencia, o, respondiendo al llamamiento directo de los demás, se ponen "al servicio de la revolución". Estos elementos examinan pedantescamente la situación y menean la cabeza con gesto pesimista. Claro está, dicen, que esa masa de soldados en fermentación, muchas veces desarmados, no tiene capacidad combativa alguna. No hay ni artillería, ni ametralladoras, ni jefes. El enemigo tendría bastante con un buen regimiento sólido. Ahora, es verdad que los regimientos revolucionarios impiden toda operación sistemática en las calles. Pero, por la noche, los obreros se irán a sus casas, el habitante neutral se acostará, la ciudad quedará desierta. Si Jabalov se presenta en los cuarteles con un regimiento de confianza, puede hacerse dueño de la situación. Con esta misma idea nos hemos de encontrar luego, con distintas variantes, a través de las varias etapas de la revolución. "Dadme un regimiento de confianza, dirán más de una vez los bravos coroneles, y en un cerrar y abrir de ojos barro yo toda esa porquería." Algunos, como veremos, lo intentarán, pero todos tendrán que repetir las palabras de Jabalov: "El destacamento ha salido con un bravo oficial a la cabeza, pero... ¡sin resultado alguno!"

No podía ser de otro modo. Los policías y los gendarmes, y con ellos los destacamentos de alumnos de algunos regimientos, constituían una fuerza suficientemente firme, pero resultaron de una insignificancia lamentable ante la presión de las masas: como resultarán impotentes, ocho meses después, los batallones de Georgui y, en octubre, los alumnos de las escuelas militares. ¿De dónde iba a sacar la monarquía ese regimiento salvador dispuesto a entablar una lucha incesante y desesperada con una ciudad de dos millones de habitantes? La revolución les parece indefensa a los coroneles, verbalmente decididos, porque es aún terriblemente caótica: por dondequiera, movimientos sin objetivo, torrentes confluentes, torbellinos humanos, figuras asombradas, capotes desabrochados, estudiantes que gesticulan, soldados sin fusiles, fusiles sin soldados, muchachos que disparan al aire, clamor de millares de voces, torbellino de rumores desenfrenados, falsas alarmas, alegrías infundadas; parece que bastaría entrar sable en mano en ese caos para destruirlo todo sin dejar rastro. Pero es un torpe error de visión. El caos no es más que aparente. Bajo este caos se está operando una irresistible cristalización de las masas en un nuevo sentido. Estas muchedumbres innumerables no han determinado aún para sí, con suficiente claridad, lo que quieren; pero están impregnadas de un odio ardiente por lo que ya no quieren. A sus espaldas se ha producido un derrumbamiento histórico irreparable ya. No hay modo de volver atrás. Aun en el caso de que hubiera quien pudiese dispersarlos, una hora después se agruparían de nuevo y el segundo ataque sería más feroz y sangriento. En las jornadas de Febrero, la atmósfera de Petrogrado se torna tan incandescente, que cada regimiento hostil que cae en esa poderosa hoguera o que sólo se acerca a ella y respira su ardiente aliento, se transforma, pierde la confianza en sí mismo, se siente paralizado y se entrega sin lucha a merced del vencedor. De esto se convencerá mañana el general Ivanov, mandado por el zar desde el frente con el batallón de los Caballeros de Giorgui. Cinco meses después correrá la misma suerte el general Kornílov, y, ocho meses más tarde, Kerenski.

Durante los días anteriores, los cosacos parecían, en las calles, los más influenciables; era así porque se les traía muy ajetreados. Pero cuando el movimiento tomó el carácter de insurrección franca, la Caballería justificó, una vez más, su reputación conservadora. El 27 conservaba aún la apariencia de neutralidad expectante. Jabalov no confiaba ya en ella, pero la revolución aún la temía.
Seguía siendo un enigma la fortaleza de Pedro y Pablo, situada en el islote bañado por el Neva, frente al palacio de Invierno y los de los grandes duques. La guarnición se hallaba, o parecía hallarse, más protegida detrás de sus muros de las influencias del mundo circundante. En la fortaleza no había artillería permanente, a no ser el viejo cañón que anunciaba a los petersburgueses el medio día. Pero hoy se han colocado en los muros cañones de campaña enfilados sobre el puente. ¿Qué se prepara allí? En el estado mayor del palacio de Táurida, por la noche, la gente se quiebra la cabeza pensando qué hacer con Pedro y Pablo, y en la fortaleza se hallan torturados por la cuestión de saber lo que la revolución hará con ellos. Por la mañana se descifra el enigma: la fortaleza se rinde al palacio de Táurida "a condición de que se respete la seguridad personal de la oficialidad." Orientándose en la situación, lo cual no era muy difícil, los oficiales de la fortaleza se apresuran a prevenir la marcha inevitable de los acontecimientos.

El 27, por la tarde, afluyen al palacio de Táurida soldados, obreros, estudiantes, simples ciudadanos, todos los cuales confían hallar aquí a los que lo saben todo y recibir informaciones e instrucciones. De distintos puntos de la ciudad llegan al palacio verdaderas gavillas de armas, que son amontonadas en una de las habitaciones, convertida en arsenal. Por la noche, el estado mayor revolucionario emprende el trabajo, manda fuerzas para vigilar las estaciones y patrullas a todos aquellos sitios de que se puede temer algún peligro. Los soldados cumplen las órdenes del nuevo poder de buena gana y sin rechistar, aunque de un modo extraordinariamente desordenado. Lo único que exigen cada vez es la orden escrita: probablemente, la iniciativa parte de lo que queda de mando en los regimientos o de los escribientes militares. Pero tienen razón: es preciso introducir inmediatamente un orden en aquel caos. El estado mayor revolucionario, lo mismo que el soviet que acaba de surgir, no disponen aún de ningún sello. La revolución tiene que preocuparse de establecer un orden burocrático. Andando el tiempo, ha de hacerlo, ¡ay!, con exceso.

La revolución empieza la búsqueda de enemigos; por toda la ciudad se efectúan detenciones; "detenciones arbitrarias" dirán en tono de censura los liberales. Pero toda revolución es arbitraria. En el palacio de Táurida hay un desfilar constante de detenidos: el presidente del Consejo de Estado, ministros, guardias de Seguridad, agentes de la Ocrana, una marquesa "germanófila". Verdaderas nidadas de oficiales de gendarmería. Algunos altos funcionarios, tales como Protopopov, se presentan ellos mismos y se constituyen prisioneros: con ello, piensan salir ganando. Las paredes de la sala, que conservaban todavía el eco del absolutismo, no escuchan ahora más que suspiros y sollozos -relatará, más tarde, una marquesa puesta en libertad-. Un general detenido se deja caer exhausto en una silla, a su lado. Algunos miembros de la Duma le ofrecen amablemente una taza de té. Conmovido hasta el fondo del alma, el general dice con agitación: "Marquesa, ¡asistimos a la ruina de un gran país!"

El gran país, que no se disponía a morir, pasaba por delante de aquellos ex-hombres sin hacer caso de ellos, golpeando el suelo con las botas y las culatas de los fusiles, haciendo vibrar el aire con sus gritos y dando pisotones a todo lo que encontraban a su paso. La revolución se ha distinguido siempre por su falta de urbanidad: seguramente, porque las clases dominantes no se han preocupado a su tiempo de enseñar buenas maneras al pueblo.

El palacio de Táurida se convierte en el cuartel general, en el centro gubernamental, en el arsenal, en la cárcel de una revolución que no se ha secado aún la sangre de las manos ni el sudor de la frente. En este torbellino penetran también los enemigos audaces. Se descubre casualmente a un coronel de gendarmes, disfrazado, que toma sus notas en un rincón, no para la historia, sino para los consejos sumarísimos. Los soldados y los obreros quieren matarlo en el acto. Pero los hombres del "estado mayor" intervienen y libran fácilmente al gendarme de las garras de la multitud. En aquel entonces, la revolución era aún bondadosa, generosa y crédula. Sólo será implacable después de una prolongada serie de traiciones, engaños y pruebas sangrientas.

La primera noche de la revolución victoriosa está llena de inquietudes. Los comisarios improvisados de las estaciones y de otros puntos, intelectuales en su mayoría, ligados con la revolución por sus relaciones personales -los suboficiales, sobre todo los de origen obrero, eran incomparablemente más útiles-, empiezan a ponerse nerviosos, acechan peligros por dondequiera, comunican su nerviosidad a los soldados y telefonean constantemente al palacio de Táurida exigiendo refuerzos. Allí también están agitados; telefonean, manda refuerzos que casi nunca llegan a su destino. "Los que reciben órdenes -cuenta uno de los miembros del estado mayor nocturno-, no las cumplen, los que obran, lo hacen sin haber recibido orden alguna..."

También obran sin órdenes las barriadas proletarias. Los caudillos revolucionarios que habían sacado a los obreros de las fábricas, que se habían apoderado de las comisarías, que habían echado a los regimientos a la calle y destruido los refugios de la contrarrevolución, no se apresuran a ir al palacio de Táurida, al estado mayor, a los centros dirigentes; al revés, apuntan hacia aquel sitio con ironía e incredulidad: "Esos valientes se apresuran a repartirse la piel del oso que no han matado y aún colea." Los obreros bolcheviques y los mejores elementos obreros de los demás partidos de izquierda se pasan el día en las calles y las noches en los estados mayores de barriada, mantienen el contacto con el cuartel, preparan el día de mañana. En la primera noche del triunfo prosiguen y desarrollan la labor realizada en el transcurso de las cinco jornadas. Son la columna vertebral de la revolución en sus comienzos.

El día 27, Nabokov, miembro, a quien ya conocemos, del centro de los kadetes, que era en ese momento un desertor legalizado en el Estado Mayor general, se fue, como de costumbre, a la oficina y permaneció en ella hasta las tres sin enterarse de nada. Al atardecer, sonaron disparos en la Morskaya -Nabokov los oyó desde su domicilio-; corrían los automóviles blindados; soldados y marinos, aislados, se arrimaban a las paredes-; el honorable liberal los observaba desde las ventanas. "El teléfono seguía funcionando, y me acuerdo de que mis amigos me comunicaron lo sucedido durante el día. Nos acostamos a la hora de costumbre." Este hombre será pronto uno de los inspiradores del gobierno revolucionario (!) provisional, y su gerente. Al día siguiente, por la mañana, se le acercará en la calle un anciano desconocido, un oficinista cualquiera o acaso un maestro de escuela y, quitándose el sombrero, le dirá: "Muchas gracias por todo lo que han hecho ustedes por el pueblo." El propio Nabokov nos lo cuenta con modesto orgullo.